El clientelismo y la politiquería intenta destruir una institución científica de la mayor importancia para el país, especialmente para el sector agropecuario.
El señor ministro debe considerar que las leyes deben articularse con el sector “que le corresponde”, y el texto de su propuesta es muy discutible desde ese punto de vista.
Por: M.Sc. Benjamín Name Tuñón.
Soy Benjamín Name Tuñón con cedula de identidad personal 9-65-426, técnico fundador del Instituto de Investigación Agropecuaria De Panamá, (IDIAP), con idoneidad profesional de Ingeniero Agrónomo y Maestría en Agronomía con especialidad en Edafología. Cursé afianzamiento dentro de mi especialidad y disciplinas afines. Con publicaciones científicas, muchas de ellas disponibles en la Biblioteca Nacional de Panamá. Actualmente me mantengo en la actividad agropecuaria, esperando graduarme como productor agropecuario. Es importante la evaluación del personal para observar “lo que no se mide, lo no se puede mejorar y lo que no sirve”. El despedir personal capacitado sin evaluación previa no es lo mejor para el país, ni para la institución y para el sector agropecuario. No es lo mismo “30 años de experiencia que un año de experiencia repetido 30 veces”. Es por eso por lo que la selección de personal, especialmente el técnico es de suma importancia en una institución de investigación, innovación y generadora de tecnologías, especialmente personal directivo que además de la especialidad técnica tiene que poseer otros tipos de cualidades y valores. “No puede y no debe ser cualquier tinterillo”.
El IDIAP en su historia, creado hace varias décadas, por la visión de Omar Torrijos Herrera, ha pasado por múltiples transformaciones positivas, realizadas por el mismo personal comprometido con la institución y asesores nacionales e internacionales. En sus inicios realizamos Diagnósticos Rurales Participativos, a nivel nacional, para determinar problemas en el sector, priorizar la agenda de investigación y en función de esta solicitar presupuestos estratégicos. Pasamos de investigación por oferta, a investigación por demanda y por último la investigación participativa en donde todos los actores participaban, en otras palabras “de lo más sencillo a lo más complejo o completo”. Existen documentos en donde se analizó la importancia económica de la intervención de la institución en varios cultivos y se demostró que la tasa interna de retorno de la investigación en la mayoría de los cultivos en donde se investigó, siempre, fue positiva generando buena y muy alta rentabilidad. “Siempre tratamos de evaluarnos y medirnos para mejorar”.
Desde entonces esta institución ha desarrollado un interesante y copioso aporte al desarrollo agropecuario nacional, con descubrimientos novedosos que van desde la producción de nuevas semillas de arroz, manejo agronómico, conservación de suelos y aguas; combate a las enfermedades entre otros resultados positivos, que han sido sumados a la innovación agropecuaria en nuestro país.
Actualmente el ministro de Desarrollo Agropecuario ha propuesto un proyecto de ley que “crea” un Instituto de Investigación e Innovación Agropecuaria, con propósitos no muy claros, en vista de que el Instituto de Investigación Agropecuaria de Panamá existe. Cuando este 28 de agosto el IDIAP cumplió 49 años de su creación.
El nuevo proyecto, deroga la autonomía del IDIAP, le da amplias facultades al ministro para nombrar directivos, suma grupos imaginarios, y confunde notablemente los requisitos para ser director general y directivos nacionales en la institución. Intentan aumentar la politiquería, acabar con la institución, suena como algo orquestado para reducir al sector, desde el primer eslabón de la producción hasta el productor.
En los años de vigencia del IDIAP, desde su primera directora general, la Ingeniera Carmen Damaris Chea, ha sido un valioso eslabón en la cadena alimentaria panameña, y el cúmulo de investigaciones agropecuarias. Que con este proyecto de ley 117 que cambia su ley en vigencia, no solo están en peligro la autonomía y la excelencia, por la posibilidad de que nombren, al frente de ese organismo una persona no idónea, porque cuenta con un diploma de maestría recién firmado (según entendemos) y sin ningún desempeño en la investigación en los cinco años que ejerció dentro del IDIAP como directora de Centro con muchos desaciertos e incertidumbres. Que, además, no tiene antecedentes en el fundamento de la institución, como lo es la investigación agrícola, el paso primordial para las innovaciones en la producción agropecuaria.
El señor ministro debe considerar que las leyes deben articularse con el sector “que le corresponde”, y el texto de su propuesta es muy discutible desde ese punto de vista. Propone cambios como remplazar al Decano de la Facultad de Agronomía por el Rector, que evidentemente tiene carencias con los objetivos y funciones de esta institución. Asimismo, propone otros cambios como un consejo consultivo por un comité de técnicos, y así sucesivamente, desmejorando el nivel técnico-académico-científico de quienes hasta ahora han realizado una actividad de excelencia. Con su propuesta está empujando al IDIAP hacia una oscura cueva política, desmejorando su calidad y eficiencia. Atentando con el derecho de autor, cuando ilustres científicos someten quinquenalmente los proyectos de investigación, pretendiendo conseguir con esta Ley despojar y mancillar la meritocracia de muchos nobles que si están comprometidos con el sector y con la institución.
Es hora de que el personal de la institución, con altos grados académicos, participe y haga su aporte en esta discusión. Y recuerden que con la vara que mides, serás medido y una cuarta más.
Santiago 30 de octubre del 2024.
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