Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Cuando privatizaron, rematando los bienes públicos a precios de atraco, por ejemplo, un ingenio que en libros valía 100 millones, se vendió en 11 y había en bodegas entre melaza y azúcar, más de 6 millones de balboas, el asalto se saldó por 5 millones, siendo que tres mil hectáreas estaban sembradas de caña de azúcar y existía la más moderna instalación de producción de azúcar en el país y casi nadie dijo nada.Cuando se hicieron los primeros contratos con Odebrecht, FCC, MECO, las ganancias eran fabulosas y nadie dijo nada.
Vinieron gobiernos que, sin vergüenza alguna, decidieron actuar por lo derecho y robar a mano armada, y nos pusieron a pagar mas de 800 millones de balboas, cuando eso no costaba más de 300 millones, por lo que nos asaltaron en una sola obra más de 500 millones a todos los panameños, pero casi nadie dijo nada.
Y siempre se usó la necesidad de resolver problemas sentidos de la población, como el tema del transporte público y se hicieron los negocios del METRO que, con ese mismo dinero, manejado responsablemente, hubiéramos construido el tren de alta velocidad hasta Chiriquí, y dijeron que robaban, pero hacían y casi nadie dijo nada.
Gobiernos que, exoneraron deudas gigantescas de patronos que la habían Cobrado a los obreros, pero no la transfirieron a la CSS y eso lo hicieron varias veces y lo siguen haciendo, y casi nadie dijo nada.
Esos mismos gobiernos, prostituyeron a nuestras fuerzas de seguridad, y entonces como ellos robaban a manos llenas, y necesitaban de la policía para contener la ira popular, decidieron darles aumentos hasta tres veces en un año, a oficiales y rasos y multiplicaron la planilla, y aumentaron desmedidamente los ascensos hasta llegar a casi 400 sub comisionados y comisionados y les ofrecen un retiro privilegiado de salarios onerosos, aunque la seguridad pública está por el piso, y casi nadie dijo nada.
Y la educación nacional, en la que se invierte casi 4 mil millones de balboas, pero nuestros estudiantes fracasan en todas las pruebas a que nos sometemos, pero seguimos la fiesta del inmenso gasto, botando la plata y casi nadie dice nada.
Nuestra política internacional desde hace mucho tiempo dejó de ser aquella que nos legó Torrijos, en la que estaba a salvo el interés nacional y la dignidad de los panameños, pero casi nadie dijo nada.
En un país decente, todo el que se hizo con empresas del Estado a precios irrisorios, debe devolver el bien y todo lo que ha usufructuado en detrimento de la sociedad panameña, lo mismo que, todos los que robaron, alteraron precios para hacer más onerosos los gastos de la contabilidad pública, o que con sus conductas negligentes permitieron que se empobrecieran los panameños y que nos endeudáramos más, deben devolver lo robado y además, deben ser juzgados y puestos a buen recaudo en las cárceles públicas del país, sin que gocen de ninguna medida cautelar en la que se burlarían de los panameños.
En la última década, se estima que, a los panameños, nos robaron del erario público, más de 12 mil millones de balboas, la deuda ha alcanzado la suma de 45 mil millones de balboas y los autores de este desmadre, o desastre, andan orondos por las calles de mi patria y yo espero que, con la ayuda de mi Dios, el Dios Eterno, empecemos a decir y hacer algo.
¡Por un país decente y una patria para todos!
¡Así de sencilla es la cosa!
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