Por: Abdiel Rodríguez, Profesor De Filosofía
Mesa Única del diálogo para la salida de la crisis en Penonomé
Estamos ante una situación inédita; en la cual también se requieren soluciones inéditas. Pareciera que nuestros políticos no son conscientes de la profunda crisis nacional en la que se encuentra el país, por eso a estas alturas no han brindado respuestas satisfactorias. Esa ceguera política crea incertidumbre en todos los ámbitos de nuestras vidas. La tarea histórica de las grandes alianzas: la del Pueblo Unido por la Vida, y la de los Derechos del Pueblo Organizado (ANADEPO), la del pueblo indígena y todas las comunidades autoorganizadas en las calles, es capitalizar toda esta indignación en un proyecto político. Las tareas inmediatas y mínimas para lograr un acuerdo nacional son frenar el alto costo de la gasolina, la canasta básica y el abastecimiento de medicamentos en la Caja de Seguro Social (CSS) y centros del Ministerio de Salud (MINSA). La Alianza del Pueblo Unido por la Vida, incluye temas como el aumento general del salario, seguro de desempleo y el 6% del PIB en educación. Además, es importante el tema de cómo el Gobierno lo hará, ya que el pueblo no quiere más deuda o soluciones baladíes. En términos generales el diálogo con el Gobierno tendrá una agenda más amplia que los tres puntos señalados.
La mayoría de las acciones hasta el momento parecen indicar que los intereses del Gobierno son los mismos que el de algunos grupos de poder económico. Quienes reproducen el discurso de la “paz social”, como si fuese responsabilidad de quienes hoy protestan legítimamente su propio descontento por no resolver los problemas más acuciantes. Mientras Panamá mantuvo un crecimiento económico alto durante los últimos veinte años, es de los países con un bajísimo gasto público social según datos de la CEPAL. Por otro lado, con un sector empresarial evasor y también corrupto, el Índice de Percepción de la Corrupción es alto, porque si hay políticos corruptos también hay empresarios corruptores, en ocasiones son los mismos; las coimas no se pagan solas, son algunos empresarios corruptores que las pagan a algunos políticos corruptos, lo cual es una puerta giratoria. En esa misma dirección, no hay certeza del castigo, algunos plantean que este es el gran problema del país: la corrupción. Es una vergüenza que, en medio de esta crisis, luego de años de espera, aún se esté postergando la audiencia por el caso de Odebrecht donde algunos de nuestros mandatarios están mencionados. Según la encuesta del Centro de Internacional de Estudios Políticos y Sociales (CIEPS), Ciudadanía y Derechos (2021), el tema de la corrupción es considerado el segundo problema principal del país, con un 21.8%.
Otro tema por resaltar es la poca capacidad del Gobierno para lograr resultados factibles en lo que va de las protestas. Uno de los primeros intentos de diálogo fue el coordinado por el Ministerio de Gobierno e incluso con la presencia del señor presidente de la República de Panamá, no lograron acuerdos. Luego en Veraguas el señor vicepresidente encabezó la mesa de negociación, pero esos acuerdos con ANADEPO se rompieron. Y, si nos vamos más atrás, los múltiples diálogos impulsados por el Gobierno, como el del Pacto de Bicentenario Cerrando Brechas que es “moralmente vinculante”, el diálogo de la CSS o la mesa técnica de medicamentos, no han resuelto los problemas al tiempo que las circunstancia lo ameritan. Por eso, las personas estarán en las calles. El diálogo no funcionará si no se tiene una metodología clara y capacidad técnica para medir resultados a corto plazo en esta crisis nacional.
Las actuales protestas no son por un trago de whisky o por la gasolina solamente, estas protestas son por algo más. El politólogo Harry Brown, en un reciente plató televisivo, hacia énfasis en que un tema en discusión como la canasta básica no es “suficiente porque el tema se había politizado como un reclamo al poder…ahora se quiere comer lo mismo que los de arriba” y no solo alimentos procesados que a la larga también nos pasarán factura en términos de salud. El sociólogo José Lasso señaló que quizá el tema de la gasolina podrá ser el “detonante”, pero es la “corrupción política y empresarial” la razón, y sobre eso, el Gobierno no quiere dialogar. Para poder avanzar el Gobierno debe ser autocrítico y dejar de estar echándose flores constantemente y justificándose. Que, a estas alturas estemos planteándonos reivindicaciones mínimas, como gasolina, comida y medicamentos, muestra nuestro atraso en materia social, y que el Gobierno no haya resuelto estos mínimos, muestra la disociación de las demandas del pueblo con la agenda de Gobierno. Si prestamos atención a esas demandas en las calles, nos daremos cuenta de que los temas sobre la mesa (precio de la gasolina y canasta básica; y abastecimiento de medicamentos) son reivindicaciones mínimas. Son la punta del iceberg de nuestras necesidades. Pero, adicional, es necesario tomar conciencia de las máximas, como una mejor distribución de las riquezas y un modelo económico distinto al neoliberalismo. Esta lucha es de mayor alcance y requiere de un programa político. Sí bien es urgente una agenda de discusión de mínimos, también es necesario una agenda de discusión de máximos.
El fiasco del Gobierno no es solo que no haya resuelto los problemas a tiempo, su falta de liderazgo o la represión como respuesta. Algunos funcionarios siguen dorando la píldora y justificando sus errores: ¿será que el presidente no está informado de lo que está pasando en el país? o estos funcionarios cercanos a él le dicen lo mismo que plantean en los medios, si es así estamos en serios problemas porque urge conectarse con la realidad. Este fiasco no es sólo de hoy, ya lleva cuarenta años de neoliberalismo y más de treinta de un sistema de partidos con una hegemonía de derecha. El escenario político está abierto para las alianzas, el pueblo indígena en lucha y las comunidades autoorganizadas para plantearse un programa político en común. Ahora que se abre paso a la “mesa única para el diálogo” moderada por la Arquidiócesis de Panamá, el tema de la unidad se vuelve central, la unidad de lo diverso, y el nuevo momento como síntesis. Como señaló el sociólogo Enoch Adames, “estos movimientos están hoy en el fragor de la coyuntura en capacidad de construir una plataforma que pueda ir más allá de los particulares intereses de sectores, y generar objetivos y demandas que apunten en lo estructural”. De eso se trata.
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