Por: Ramiro Guerra M. Abogado y Cientista Político.
Ahora bien, si lo anterior es una buena noticia, la finalización de esa magna obra, deja atrás, un monumento a la irresponsabilidad y pésimo manejo administrativo. Dos administraciones pasaron por la presidencia y varias administraciones por la caja de seguro social y la obra pareció nunca concluir. Resultado, además del sobrecosto por la corrupción, el costo de la misma disparado. No se trata de que los precios de materiales, insumos y costo, por razón del tiempo requieran ajuste.
La situación fue otra. En la administración Varela, la obra se suspendió y lo avanzado, comenzó a deteriorarse por el abandono. Irrelevante, si la ciudad hospitalaria se concibió con la administración de Ricardo Martinelli; había que seguir y no se hizo con la responsabilidad que demandaba tal suprema instalaciones de salud. El contratista inicial adujo razones jurídicas, sobre todo de incumplimiento de pagos puntuales. El resultado, una obra que, como muchas otras, parece que se va terminar, pasado más de una década.
Trágico, porque los dineros que ha desembolsado la caja de seguro social y sigue desembolsando supera con creces lo presupuestado con todas sus eventuales contingencias. Son dineros de los asegurados.
Lo de la ciudad hospitalaria, no es el único referente de malos manejos en todos los sentidos. Otros megas proyecto, en administraciones pasadas, corrieron la misma pesadilla. Como señalo, en hora buena la ciudad hospitalaria apunta a ser una realidad.
Lo que molesta de todas estas dilataciones, algunas con perfidia de maldad y manejo catastrófico, nadie responde, como si las finanzas del estado, fueran un barril sin fondo; al final de esta telenovela, somos los panameños, que pagamos los o el sobrecosto de tales obras. En hora buena, los colonenses reaccionaron y decidieron no permitir que el nuevo hospital de Colón, termina en una obra abandonada y en ruinas. Y así hay otras, que naufragan en medio de maleza y una imagen de abandono.
El estado, no es que sea un mal administrador; sino factores mediáticos, de politiquería y de corrupción, truncan la eficiencia y eficacia de un buen estado administrador del poder y la cosa pública.
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