Coyuntura social: bajo la estratagema de nunca dar la cara.

Hablar de un subsidio a los hidrocarburos, mientras los que juegan con los sobrecostos se ríen de tal solución a costa de nuevas deudas para el panameño. Si el mismo mecanismo de solución temporal es dado a las otras temáticas de alimentos y medicinas la lucha habrá sido en vano, dejando claro que volvieron a salirse con la suya, no el gobierno, sino aquellos que suelen gobernar bajo la estratagema de nunca dar la cara.

Por: Enrique Avilés.

Ya hace mucho que los analistas sociales y políticos internacionales, de mayor visión, han entendido el rol que juegan los medios de comunicación ante cualquier coyuntura social que ponga en juego los intereses de quienes son los responsables reales de la crisis. En el panorama actual, no falta quien enfile su descontento hacia el gobierno, acción totalmente valida, pero que no toma en consideración que el problema va más allá del gobierno, a tal punto que no es otra gestión gubernamental similar la que lo podría resolver, pues la raíz del problema es absolutamente estructural. El gobierno en un modelo de dominación democrático-oligárquico, sirve a los intereses de los sectores dominantes que, sin dar la cara, expolian constantemente las riquezas de la nación. Estos sectores dominantes, son casualmente los dueños de los medios de comunicación que nos llevan la noticia a nuestros hogares todos los días, y que en plena crisis evitan hablar de los incentivos fiscales a hoteleros, pues son ellos mismos los principales beneficiarios; también evitan hablar ante la coyuntura de la asistencia billonaria a los bancos; no hacen mención a la publicidad gubernamental billonaria;  a la construcción de una terminal aeroportuaria por mil millones de dólares para un solo beneficiario económico; no insisten en los 30 millones dados a las compañía de electricidad; ni mencionan los millonarios sobrecostos del oligopolio farmaceuta; el alza injustificada del combustible por los distribuidores oligopolios nacionales; el abanderamiento de barcos gratis; las concesiones leoninas de los puertos y el ferrocarril, ni hablar del contrato minero cuya redacción de seguir así de lenta la harán pública un día antes de finalizar el mandato.

Ante la coyuntura, el manejo mediático tradicional ha insistido en una sola línea, sin terminar de ser frontal, se opone subliminalmente a la protesta lanzando todos los días la premisa de las afectaciones de la protesta a la economía, al libre transito de personas, a la salud para todo tipo de usuarios; acompañándose inmediatamente de los llamados a la cordura, paz y sosiego de parte de los organismos empresariales; mientras que descarga levemente la culpa  a sus agentes gubernamentales por no ser austeros en el manejo de la gestión pública, por no ser prístinos o transparentes en su administración, obviando a la visión general de la sociedad que ellos  son partes del expolio de las arcas nacionales y mantienen por décadas un sistema tributario a conveniencia, ligero para ellos y flexible en tanto que permite la evasión de impuestos sin impunidad alguna. Lo anterior es una cortina muy funcional para expiar responsabilidades y llamar al restablecimiento del status quo de los sectores dominantes, ofreciendo una solución coyuntural y no estructural. En otras palabras, un curita al descontento social, mientras mantenemos el expolio del establishment, la desigualdad social y desarrollo económico sectario.

Por ello, el pueblo haciendo valer su legitimo derecho a manifestarse debe ser consciente que no se enfrenta a un gobierno, sino a un modelo económico-político-social, que está dispuesto a utilizar todas sus artimañas para darle curitas, tal como lo es hablar de un subsidio a los hidrocarburos, mientras los que juegan con los sobrecostos se ríen de tal solución a costa de nuevas deudas para el panameño. Si el mismo mecanismo de solución temporal es dado a las otras temáticas de alimentos y medicinas la lucha habrá sido en vano, dejando claro que volvieron a salirse con la suya, no el gobierno, sino aquellos que suelen gobernar bajo la estratagema de nunca dar la cara.

El autor es docente de la Universidad de Panamá.