Crónica de una derrota anunciada

Por: José Dídimo Escobar Samaniego

Cuando estudié economía en la Universidad de Panamá, en la década del 80, una de las cosas que se le aclara al estudiante en lo básico de Principio de Economía es que la oferta se mueve por causa de la demanda, que nadie se pone a producir un bien que la gente o el mercado no requiera o demande. Sería una simple estupidez.

Por esa razón nunca entendí que la guerra de las drogas de los últimos cuarenta años de los Estados Unidos y la famosa DEA, se centrara en la oferta y no en la demanda.

El consumo de drogas en los Estados Unidos alcanza un volumen de más de trescientos mil millones de dólares anuales, suma suficientemente importante y que denota sin duda un gran vacío existencial y espiritual de una sociedad casi narcotizada.

Recientemente, me enviaron un video de cientos de personas en las calles de filadelfia, andando como zombis y afectados de drogas como anfetaminas y drogas producidas en laboratorio químicos de USA y que afectan a millones de jóvenes en ese país, y parte de esas drogas incluso son traficadas desde USA y otros países e introducidas en el mercado nacional de Panamá.

El fracaso estruendoso de esa guerra que ha producido una inmensa contaminación del ambiente, dañado ríos y quebradas y sobre todo con la eliminación de la vida de cientos de miles de personas, muchas de ellas absolutamente inocentes, es el tema que pareciera que viene el secretario de Estado, Blinken a tratar con el presidente de Colombia Gustavo Petro, que hace quince días denunció brillantemente en la 77 Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York y que ha concitado el interés de la mayorías de los líderes del mundo.

Pero Blinken viene además a apoyar la agenda de los LGTB en Lima Perú donde la OEA tendrá otra asamblea y su secretario general que, a la postre, es militante interesado de esas causas, y quieren obligar a toda Latinoamérica a desmantelar la protección de la Familia y abrirles las puertas al desenfreno y la procacidad sexual y a toda clase de corrupción material y espiritual.

Esa ausencia de valores como el decoro y la dignidad humana, el recato e imponernos el matrimonio de hombre con hombre y mujer con mujer, por encima de nuestra estima a la familia natural instaurada por Dios, a que no estimemos en nada la vida y autoricemos el asesinato en masa de niños en el vientre de sus madres, por aquello que la madre es la dueña de su cuerpo y por tanto puede expulsar violentamente, como paria e intruso, a su propio hijo, no importa si está debidamente formado a término o no,  o si su padre no consiente dicha drástica y violenta acción, puede ser el principio de andar por el precipicio en donde perderemos todo, incluyendo nuestra dignidad, y ya no quedará institución alguna que pueda ser el valladar contra los que quieren exterminar la existencia misma del ser humano.

Afortunadamente, hace unos días la Dirección de Estadísticas y Censo de la Contraloría General de la república, ha dado a conocer el resultado de una encuesta en que la población panameña, en un 78% rechaza categóricamente esa clase de políticas, por lo que esperamos que el gobierno nacional y personas como la canciller, no sigan imponiendo la ideología de género y la agenda LGTB, el matrimonio homosexual y la adopción de niños por parejas homosexuales. Hace tan solo una semana la canciller panameña, ciudadana norteamericana, nombró a el nuevo embajador ante el gobierno de España, su amigo personal, y el mismo es parte de esa comunidad LGBT y tiene como pareja a otro hombre, de otra latitud latinoamericana, costumbre que nos han estado imponiendo desde la secretaría de Estado de USA y que su ciudadana ha decidido seguir con toda fidelidad.

Nosotros somos respetuosos de lo que cada quien haga con su cuerpo en la intimidad, pero imponer esos valores a una sociedad que sabe que ese camino solo nos llevará a la autodestrucción es simplemente osado, pérfido y perverso.

¡Así de sencilla es la cosa!

 

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