ElPresidente José Raúl Mulino, sin cumplir aún un mes al frente del Ejecutivo, acaba esta mañana de, cometer un grave traspié, cuando ha roto relaciones diplomáticas con Venezuela sin fundamento alguno, que no sea su propio criterio muy personal pero, no puede olvidar que Él no está allí, para consumar caprichosamente sus posturas personales, sino para defender los intereses del país y promover siempre en materia de política internacional, las salidas negociadas a los conflictos que se presenten en el mundo y especialmente en nuestra región.
Hacerle el coro a los intereses de otras potencias o sectores particulares en conflicto, dentro de Venezuela, nos descalifica para ser los amigables componedores en los que en los mejores tiempos de la diplomacia panameña, siempre fuimos. Hoy la cancillería anda sin brújula y la política exterior da pena.
Ni siquiera el Gobierno de EE.UU. ha adoptado una postura parecida que, es el verdadero actor principal de este conflicto y desde los principales diarios de ese país, han llamado a la racionalización en función de su propio interés estratégico de la normalización de sus relaciones.
Nuestro presidente ha actuado con extremada ligereza, exponiendo nuestras graves debilidades y dando lugar a sustraernos alegremente, de un papel que, como bolivarianos y latinoamericanos, además, de un país neutral, debemos conservar y promover.
Las diferencias entre los venezolanos, tuvieron ayer el escenario para resolverlas en el terreno electoral y el organismo competente dio su resultado y lo tiene expuesto a la vista de todas en cada una de las mesas en todo el país. No existe ninguna prueba en contrario para desvirtuar los resultados y mucho menos para adoptar acciones alejadas de un fundamento jurídico como es el caso de, lo que ha decidido el Presidente José Raúl Mulino, al menos que, él mismo encuentre bien lo que muchos panameños pensaron que el no debió ser el candidato, porque la Constitución lo impedía pero la Corte Suprema, aunque reconoció el hecho, determinó que, debía correr dadas las circunstancias.
Nadie le puede impedir a la persona del Señor Mulino que, le agrade la derecha y sea pronorteamericano, pero mientras esté ejerciendo como presidente de Panamá debe ajustarse a lo que determina la Constitución política y a Ley y no a sus caprichos personales, porque públicamente el pasado 1 de julio, juró servirle al país y no a sus ocurrencias.
Ojalá corrija semejante exabrupto, antes que, el daño al país y a los propios venezolanos que viven en nuestro territorio sea mayor.