Por Gonzalo Delgado Quintero
Trovadores panameños
Preservar la cultura es la mejor forma de mantener nuestra identidad y presentarla al resto del mundo. Esta ha sido una forma efectiva y determinante de lucha que expresa nuestro auténtico y único ser nacional.La cultura siempre ha servido para proteger el legado histórico que nos ha traído en concordancia y afinidad hasta este momento. Esto se ha entendido desde mucho antes de convertirnos en una república. Este sentimiento sostuvo y mantiene esa expresión nacionalista, por ejemplo, contra la transculturización que se mantuvo por más de 100 años de presencia colonial norteamericana. Incluso, creo que fue lo contrario, nosotros los influimos a ellos.
Y es que nuestra cultura cubre todos los sentidos. Desde su aroma, el roce de la tela hilada y límpida que denota su pureza almidonada; el sancocho, el buñuelo, la changa en cazuela, el tamal, la lechona y el arroz con pollo; nuestros vistosos trajes típicos empollerados estremezcladamente armonizados con el sombrero pintado, blanco, junco y otros finamente confeccionados por las manos hacendosas campesinas, que luce el panameño con sus diversas prendas, alrededor del sonoro repique y repuje de tambores acompasados por la caja, la churuca y su corte de cantalantes. Nada se compara.
Nuestra cultura es rica y extensa, profunda y bella. Nuestros diversos bailes; esos ritmos y tipos de música, nuestras polleras, camisas, diablicos y demás trajes típicos que se fusionan en el sincretismo instrumental de autóctona sonoridad. Todo eso, absolutamente, nos identifica como panameños. Y como para sellar con tinta indeleble que, sin entrar en mayores debates y bajo el entendimiento de que cualquier buen conocedor puede tener una mejor opinión; no obstante, hablando de patria, tenemos una expresión profunda y auténticamente nuestra. Se trata de la mejorana o décima cantada que siempre ha servido como forma de nuestra defensa nacionalista.
Cierto es que todo lo anterior nos identifica, pero la mejorana ejerce una cimera influencia social, nos abre la conciencia porque es creativamente activa. Fue y sigue siendo valiosa y expresiva, que ha cumplido en cada jornada patriótica un papel de primera línea a través de la garganta del juglar. Un medio de expresión esclarecedor de muchos panameños en la conquista de nuestra soberanía sobre la históricamente conocida Zona del Canal.
Al hacer mención sobre esta importante expresión cultura y su influencia decisiva sobre la sociedad panameña, sobre la mejorana no podemos dejar de recordar aquellas décimas interpretadas por tantos cantores como Pille Collado, Agustín Rodríguez, Bolívar Barrios, Zacarías Marín y el gran Toñito Vargas, entre otros ya fallecidos. Cómo no destacar a esos cantores de la vieja camada, aún muy activos como Juan Andrés Castillo, Benjamín “Min” Acevedo y aunque retirados Prudencio Ramos y Moyo Cisneros. El aporte que vienen haciendo los decimeros actuales como Bebito Vargas, Miguelito Rivera, Miguelito Cano, Tano Mojica, Lili Samaniego, Toñito Vásquez, Dayra Moreno, Mary Morales, Raquelita Castillo, Arcadio Camaño, Maximino Rodríguez, Armando Aizpurúa, Sixto Morales y otros que se me escapan.
Juan Andrés Castillo, Juglar de la Patria
También han abierto espacios los compositores de este género. Hay un considerable número de ellos, pero Carlos Francisco Chang Marín es un referente por haber desarrollado con la décima, un arma liberadora. “Quiero sembrar un maíz”, “en la Zona del Canal”, “y sobre el verde arrozal”, “la saloma más feliz”, “he de escuchar la perdiz”, “allá en la curva lejana”, “y encima de la montaña”, clavaré la enseña mía”, “ay flor de soberanía”, “que rescataré mañana”. ¡Que viva Panamá!
El autor es periodista y escritor
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