Por Carlos Ochoa E.
Nuestra constitución política señala claramente, que el Estado panameño está constituido por tres poderes; el ejecutivo, legislativo y judicial, que ellos están separador, pero de deben trabajar o colaborar en armonía, en teoría las cosas pintan muy bien, pero la realidad política es otra, el Ejecutivo lo encabeza el presidente de la República y tiene amplios poderes, casi ilimitados, de allí el concepto de un gobierno presidencialista, El legislativo lo conforman 71 diputados y el judicial lo encabezan 9 magistrados de la Corte Suprema de Justicia.Los funcionarios del Ejecutivo son nombrados por el Presidente de la República, inclusive hasta los mensajeros y aseadores; los funcionarios con mando y jurisdicción tienen que ser ratificados por la Asamblea de Diputados y allí terminan los dos órganos del Estado poniéndose de acuerdo, en acuerdos de recamaras, donde el pueblo que los elige, nunca se entera de nada. Los Magistrados, al final de cuentas los nombra el Ejecutivo y los ratifica la Asamblea, así los tres órganos se reparten el poder a espaldas del pueblo. Dónde esta la separación de los poderes?
Los Magistrado son los llamados a juzgar a los diputados y a la inversa, los diputados a los Magistrados, hecho que no ha ocurrido casi nunca, los unos y los otros mutuamente se cuidan las espaldas y aquí no pasa nada. Por otro lado, los casos de alto perfil que llegan a las esferas del órgano judicial se les aplica las medidas más suaves posibles, ejemplos abundan. No hay Institución que no esté salpicada y otras hasta destilan, de la palabra que no voy a mencionar.
Lo de la separación de los poderes es un mito o un chiste de mal gusto, los tres se poderes se amalgaman en contra de los intereses del pueblo. Ejemplos sobran; un candidato a presidente de la República con la ciudadanía suspendida, tuvimos una canciller en las mismas condiciones, un Contralor descontrolado, que hace de todo, menos lo que debe de hacer como Contralor. Un procurador, que procura no investigar lo que debe investigar. Una Corte Suprema de Justicia, donde, palabras de un ex magistrado, se compran y se venden fallos y casos que se archivan deliberadamente. De la asamblea de diputados mejor no hablar, el órgano del Estado más desprestigiado, el pueblo quiere saber cuáles fueron los cuatro diputados que estuvieron de acuerdo en aprobar el Contrato Minero.
Nadie sabe que mosca picó al Ministro de Seguridad y se volvió ambientalista y descubrió que la droga quemada cielo abierto en Panamá contaminaba el ambiente y decidió, mejor enviárselas a los norteamericanos, de gratis, para que la “quemen” allá. Como es posible que cualquier ciudadano de a pies sepa donde se vende droga a plena luz del día y los únicos que no lo saben son los estamentos de seguridad. Del otro lado la embajadora de Estados Unidos y otras autoridades gringas, husmean por todo el país y por los hechos, es necesario contar bien cuantas estrellas tiene la bandera norte americana actualmente, a mi juicio ya tiene una estrella más; so pretexto de combatir el narcotráfico y ayudar a controlar las migraciones irregulares, se han tomado parte del país, Darién, y de lo que hablan los representantes del pentágono con nuestras autoridades el pueblo no sabe nada.
Más que separación de poderes, existe un contubernio vergonzoso, entre los tres poderes del Estado, donde ninguno actúa en contra del otro y amorosamente se cubren sus pecados y felonías. No hay la tal armónica colaboración, entre los tres poderes, lo que hay es una armónica complicidad y una armónica indiferencia, frente a los grandes problemas que agobian al país. Me niego a creer que el desmadre que vive el país sea por incapacidad administrativa, es frío calculo, político, económico y social en contra de nuestra identidad como pueblo y como nación.
El autor es sociólogo y profesor de Geografía e Historia.
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