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De la Universidad Nacional a la Universidad de Panamá en sus orígenes liberales y cosmopolitas

Abdiel Rodríguez Reyes

Doctor en Filosofía

Para escudriñar los orígenes liberales y cosmopolitas de lo que hoy es, la Universidad de Panamá, me voy a concentrar en las figuras de Harmodio Arias Madrid, Octavio Méndez Pereira y José Dolores Moscote. Al primero le corresponderá ser el Presidente de la República, al segundo el primer Rector, y al tercero, le corresponderá ser Decano general de la Universidad Nacional. Además, ponemos a la fundación de la Universidad en el convulso contexto internacional de aquel entonces para comprender el carácter cosmopolita.

El 7 de octubre de 1935 se inauguró la Universidad Nacional de Panamá y cambió de nombre a Universidad de Panamá con la Constitución de 1946, precisamente con la influencia de Moscote, como señala Carlos Bolívar Pedreschi: “el auténtico pensamiento constitucional del doctor Moscote no vino a actualizarse plenamente sino con la ley fundamental de 1946” (véase El pensamiento constitucional de Moscote). Este constitucionalista será central en dos momentos, en el de la fundación y el afianzamiento de la Universidad Nacional de Panamá. Cuando hablamos de Universidad, en muchas ocasiones solo enfatizamos en Méndez Pereira, dejando en un segundo plano a los demás.

Como recoge Francisco Céspedes: “La Universidad fue inaugurada el 7 de octubre de 1935 y las labores docentes se iniciaron el 8 del mismo mes … Los profesores habían sido escogidos por el Rector O. Méndez Pereira y el Decano General José D. Moscote, por concurso de antecedentes…” (véase La educación en Panamá). Vale resaltar el discurso de Arias Madrid en la inauguración, si nos preguntamos ¿para qué una Universidad?, él nos dirá que “para…su personalidad internacional”, incluso nos dice que “nuestra universidad” debe sentar las bases de “una filosofía práctica”. Resalto estos dos aspectos porque será un criterio compartido por Moscote y Méndez Pereira.

Como señaló Catherine Muñoz Arango: “el Dr. Harmodio Arias Madrid se destaca por aprobar la primera universidad pública en Panamá”. Antes, tuvo una carrera de estudiante becario exitosa en Inglaterra, Estados Unidos y luego como funcionario público en Panamá. Todos estos aspectos influyen en esa visión internacionalista señalada en ese discurso inaugural. Y, no menos importante su impronta por la educación, según datos de Muñoz Arango, “el gobierno dedicó un porcentaje del presupuesto para la educación bastante alto…a diciembre de 1936 fue de 22.9” (véase La Universidad de Panamá en el pensamiento del Dr. Harmodio Arias Madrid). Como señala Patricia Pizzurno en su laureado ensayo Harmodio Arias Madrid y la Universidad de Panamá, “justo es reconocer y es preciso recordar que ninguna administración nacional hizo tanto por la educación y la cultura del país como la que presidió” Arias Madrid.

El nombre Méndez Pereira es casi sinónimo de Universidad de Panamá. De hecho, se le conoce a esta como “la casa de Méndez Pereira”. Muchas veces nos concentramos sólo en este, y nos olvidamos de los otros. Ahora bien, sin quitarle méritos a los demás, Méndez Pereira será bastante tenaz en esto de la fundación de la Universidad. Estudió en Chile recibiendo el grado de Profesor de Estado del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Entre 1927 y 1930 tendrá, como señala Roberto Arosemena Jaén, un “peregrinaje” por Europa en calidad de “ministro (Embajador) en Francia e Inglaterra”, y en su paso por España, se vinculó al filósofo español José Ortega y Gasset, desatacó Arosemena Jaén; luego de esos encuentros (1929), “será un entusiasta orteguiano de aquí en adelante” (véase Prisma de una República. Biografía de Octavio Méndez Pereira).  Después de estar en esos primeros pasos de la Universidad, dictó clases en la Universidad de California, de 1940 a 1943, para luego retornar y encargarse nuevamente de la rectoría de la Universidad.

A Moscote se le conoce más por sus aportes constitucionales que por su participación en la fundación de la Universidad de Panamá. En líneas arriba citábamos el recomendado libro al respecto de Pedreschi. El actual Rector de la Universidad de Panamá, Dr. Eduardo Flores, escribió un artículo resaltando su figura como “forjador de la Universidad de Panamá”. Moscote estudiará el doctorado en Derecho en la Universidad de Bolívar, nació colombiano y murió panameño. Es importante resaltar que es en la Constitución de la República de Panamá de 1946 que se le reconoce autonomía, patrimonio propio y libertad de cátedra (artículos 86-88). Específicamente está la Ley número 48 de ese mismo año, por la cual se dictan las disposiciones sobre autonomía universitaria, allí se señala taxativamente que la Universidad oficial se “denominará Universidad de Panamá”. Este dato está parcialmente en el libro de Cesar del Vasto Universidad de Panamá. orígenes y evolución (también de este historiador, véase: A contracorriente: pasado y presente de unidades académicas de la Universidad de Panamá). Esto ya bajo la presidencia de Enrique A. Jiménez. Por más ímpetu de figuras como Méndez Pereira o Moscote, la decisión de echar a andar una empresa de esta naturaleza es una decisión de Estado, al más alto nivel. Por eso, son importantes figuras como los presidentes Arias Madrid y Jiménez.

Como planteó Samuel Prado Franco: “Sin lugar a duda, el liberalismo panameño contribuyo enormemente en la consolidación y crecimiento de la institucionalización no sólo material sino moral del Estado y la sociedad”. Y, tanto Moscote como Méndez Pereira, ideológicamente liberales comprometidos políticamente, fueron pivotes de esa consolidación institucional universitaria. Además del aporte constitucional de Moscote, sus textos que se pueden leer en su Itinerario de la Biblioteca de la Nacionalidad (con un prólogo de Pedro Pineda González), dan muestra de su sensibilidad humanista, compromiso con los ideales liberales y la pulcritud del buen castellano.

Como no podría ser de otra forma, no contábamos con los profesores nacionales para dictar las respectivas cátedras, lo cual preocupaba a Méndez Pereira y se tuvo que recurrir a mentes foráneas. Eso coincidió con el ascenso de Hitler, la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y en España la dictadura franquista en 1936. De tal forma que, nuestra Universidad se está germinando en esos mismos años. Todo eso provocó un éxodo de mentes preclaras de esos países. Algunos llegaron a Panamá, y fueron fundamentales para esos primeros pasos de la Universidad. Según datos de Muñoz Arango, “el cuerpo docente estuvo inicialmente integrado por: Paul Honigheim, Jeptha B. Duncan, Francis Twomey, Richard Bhrendt, José D. Moscote, Erich Graetz, Ernesto Icaza, Siegfried Malow, M.F. Zárate, Hans Julius Wolff, Publio Vásquez, Siegried Fischer, Francisco Céspedes, Antonio J. Sucre, Werner Bohnstedt, León Felipe Camino”. También hay que resaltar el aporte de los exiliados españoles, como Juan Miguel Herrera Bohollo, Carmen L. Herrera, Mariano Górriz Sánchez, Santiago Pi Suñer, José Garreta Sabadell, Demófilo de Buen, Antonio Moles Caubet, Concha Peña, Renato Ozores, Juan María Aguilar, Ginés Sánchez Balibrea, Manuel Cano Llopis, Lino Rodríguez Arias-Bustamante, Jesús Vásquez Gayo, Ángel Rubio (para más detalles sobre este aspecto, véase el libro Contribución del exilio español en los albores de la Universidad de Panamá, y de Néstor Porcell Los docentes europeos y la Formación de la Universidad de Panamá).

Tanto los alemanes como los españoles contribuyeron en la cátedra, fundación de revistas, departamentos, centros de investigación, del más alto nivel. En general, al desarrollo de la Universidad en sus primeros lustros. Aún no hemos estudiado lo suficiente esta primera época de la Universidad, las publicaciones son de una riqueza incalculable. En la década del treinta, la Revista de la Universidad de Panamá contó con material de pensadores de la talla de Franz Borkenau o Richard Behrendt, ellos mismos crearán el Centro de Investigaciones sociales, económicas y jurídicas de la Universidad Nacional de Panamá y un Boletín con varios números. Todos estos aspectos en sus detalles hay que estudiarlos a fondo para dar cuenta de los primeros pasos de la Universidad. Sin duda fue un veranillo cosmopolita. Como señala Alfredo Figueroa Navarro en su erudito estudio introductorio a El desarrollo de las ciencias sociales en Panamá, “El 55 % de los docentes (extranjeros y panameños) ostenta títulos refrendados por casas de estudios norteamericanas. El 35% restante ha conquistado sus diplomas en Europa. Y el 10% final egresa de centros de saber latinoamericanos (Chile y Panamá)”. Los primeros egresados certificarán el alto nivel de la formación, como Carmen Miró, quien fue estudiante de Behrendt; y tendrá una carrera exitosa en el ámbito de la demografía (sobre esta gran cientista social, véase: Carmen A. Miró. América Latina, población y desarrollo. Antología y presentación de Brígida García y Dídimo Castillo).

Que los inicios de la Universidad fuesen liberales y cosmopolitas mayormente, no siempre fue así; la historia no es lineal ni necesariamente progresiva. En algunas ocasiones hemos sido más conservadores, provincianos y populares que en nuestros orígenes.

 

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