El contenido de la supuesta soberanía que representa la bandera es la jurisdicción del Estado sobre su territorio, sus recursos, bienes, patrimonio, playas, mares, su autoridad, reconocimiento internacional, autodeterminación y respeto a sus instituciones. Si eso no existe o está en duda la exaltación simbólica es una burla para pendejos. El respeto a la soberanía de un Estado está en la fortaleza de su institucionalidad, no en sus símbolos ni colorido de su folklore.
Los homosexuales tienen bien claro eso y por ello tienen su bandera y la hacen prevalecer.
¿Por qué no cuidamos con el mismo celo que los barcos mercantes que llevan nuestra bandera no derraman petróleo en los mares, llevan drogas a otros países, transporten armas a pueblos hambrientos, transporte contrabando de personas que sufren, destruyan ecosistemas marinos, carezcan de seguridad para sus tripulantes y sean vistos con desconfianza en los puertos? ¿Por qué no cuidamos el buen nombre del país y la soberanía financiera impidiendo que la banca panameña lave dinero, sirva de evasión fiscal, para ocultar capitales, triangular operaciones y encubrir negociados delictivos y nos mantenga de forma permanente en listas negras o grises? ¿Por qué no exigimos al gobierno que lave la imagen internacional depurando un sistema de justicia corrupto e inoperante, de cumplimiento a los acuerdos internacionales de administración de justicia y proceda de forma expedita a castigar la corrupción? ¿Por qué no vigilamos con celo y damos seguimiento a los personeros responsables de negociaciones y contrataciones de alta prioridad para el futuro del país y prever el afloramiento de otros Philippe Bunau Varilla con cédula nacional?
Ahora son los homosexuales, ridiculizados, discriminados y subvalorados los culpables que éste país se vaya por un despeñadero. Hay que darle otra lectura. Sencillamente —para ellos, y para otros miles de panameños— esa bandera, este país, este Estado y este gobierno no los representa.
Ese proceso de disgregación social viene desde arriba, no emerge desde abajo. Ha sido planeado y elaborado con perversión de la lógica y de argumentos para mistificar cualquier intento de crear un ideario nacional. Por eso no se puede establecer principios genéricos si no hay general aceptación. No puede haber sentimiento de identidad y pertenencia si llevamos décadas creando una mentalidad de rebaño y no de ciudadanos.
Pedro Luis Prados S.
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