El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por: Enrique Avilés
No es posible asimilar que un Baluarte de la cultura nacional como lo era la Biblioteca Eusebio A. Morales del Instituto Nacional, haya desaparecido por arte de magia quedando sus estanterías vacías. Es la primera vez en nuestra historia republicana que ocurre semejante situación a la cultura de nuestro pueblo, sin que nadie de respuesta alguna de este acto de prestidigitador.Mis respetos a la educadora Ileana Golcher, por tener la entereza y verticalidad de discurso y trayectoria para elevar su voz de reproche ante tal vejamen cultural, compartiendo su sentir de estupor e indignación. Y es que el asunto no es para tomarse a la ligera, pues siembra un antecedente nefasto respecto al manejo de colecciones bibliográficas y documentales en lo venidero. De no tomarse cartas serias en el asunto y deslindar claras responsabilidades al respecto, podría ocurrir lo mismo con otras bibliotecas escolares, públicas e incluso con archivos institucionales que, dicho sea de paso, muchos ya están en una situación de abandono y extinción. De ser ese el panorama venidero estamos permitiendo que a las futuras generaciones de usuarios de esos bienes culturales se les aplique una suerte de venda en los ojos, mientras se le encamina al patíbulo de la ignorancia. Reprochar esta situación es lo mínimo que deben hacer las instituciones que en este país están vinculadas a la cultura; sin embargo, el silencio reina en las mismas ante tal exabrupto. Se hace notorio la mudez de los docentes, los estudiantes, los bibliotecólogos, los historiadores, los archivólogos y organizaciones no gubernamentales que están destinadas a promover y salvaguardar en algún sentido la cultura.
La primera quema de libros en la Alemania nazi ocurrió el 10 de mayo de 1933, para entonces las virutas de humo que pretendían matar el intelecto se acompañaron de un silencio cómplice, silencio que no sirvió de nada para impedir las atrocidades nazis en lo sucesivo. Hoy se desaparece, esperemos que momentáneamente, una de las Bibliotecas más importantes de nuestro país, y tengamos por sentado que hacer silencio no nos la va a regresar. Yo levanto, al igual que Ileana y muchos más, mi descontento por la situación de incertidumbre que se cierne sobre ese bien cultural del país, pues no puedo sentirme cómplice por mudez ante el mismo; sin embargo, no dejo de mirar a los ojos del resto, mientras no escucho una sola palabra salir de su boca.
El autor es Docente de Historia de la Universidad de Panamá.
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