Victoriano Rodríguez Santos
diostesalvepanama@yahoo.com
Se veía venir, mas poco le prestaron atención, la magia de la corrupción nos hecha polvo en los ojos y hasta perfumado. La población despertó al unísono, espontáneamente e hizo fuerza común en procura de una educación eficiente, edificante y productiva, así como la adquisición de medicamentos a precios similares a otros países latinos.La estrella de cualquier gobierno debe ser la educación; sin embargo, producto de malos gobiernos e indolentes, incapaces de crear políticas públicas de beneficio social, cada vez se ensancha más la brecha de las desigualdades sociales, económicas y culturales, dejando al pueblo sin rumbo y a la deriva.
Hace más de 20 años venimos advirtiendo que los desajustes sociales podían provocar una llamarada irrefrenable de exigencias, en consecuencia una explosión social que gracias a Dios los panameños somos pacíficos por naturaleza o cobardes por convicción.
Ayer, al rememorar la fecha del asesinato de Omar Torrijos, algunos sórdidos políticos han hecho alusión a la memoria de tan ilustre panameño, pero producto de sus acciones impopulares y descrédito, ha quedado en evidencia su demagógico actuar frente al pensamiento y acción de Omar Torrijos Herrera.
Necesario y obligatorio es como decía Jesús, despréndanse de sus haberes y sigan la trayectoria, vida y ejemplo de Omar Torrijos. Desháganse de las riquezas que pudieran no poder justificar y acariciemos en conjunto la campiña interiorana y reservas, construyamos carreteras, puentes, escuelas, centros de salud. Vivamos el ejemplo, visualicemos con luces larga y edifiquemos con luces cortas.
Hay quienes hablan de Omar y se les ensaliva la boca. No hay moral con la cual pudieran vestirse estos personajes, porque la dignidad no es una materia universitaria ni un pergamino que se guinda, es un valor que se evidencia con las acciones ejecutadas.
Quisiera entender si nos interesa seguir siendo los limpiabotas de las cinco familias que manejan el mercado de los medicamentos, de las 125 familias millonarias que se han apropiado de la riqueza nacional, de al menos las 12 familias que han sido favorecidas con las condonaciones de sus compromisos (deudas, cuota obrero patronal, etc.), con la CSS y por la que miles de trabajadores no hayan podido jubilarse y tienen que continuar trabajando independientemente la edad, porque sus cuotas fueron robadas por empresarios (condonadas).
Todo parece encajar, tenemos los gobernantes que nos merecemos, los ladrones que aplaudimos y los corruptos que elegimos. Cuando enfocamos mal las luces, el camino se hace dantesco y hasta desconocido. Omar Torrijos nos enseñó a diferenciar las luces largas de las cortas, pero no nos pudo obligar a pensar en la población más necesitada.
Se habla de que la huelga de los educadores son un retroceso, pudiéramos analizarlo en su justa dimensión. Antes de 1968, quienes pisaban la universidad generalmente eran los hijos de ministros, terratenientes, empresarios, millonarios y algunos profesionales.
Hoy pudiera decirse que más del 70% de los profesionales (directa o indirectamente), debemos agradecer a Omar la siembra de escuelas, en toda la República y la apertura de la Universidad para la clase popular (media y baja), inclusive instaló escuelas en los lugares poblados más distantes, pero también centros de salud y caminos de penetración. Eso es lo que mentes retrógradas jamás perdonarán a Omar, permitir que la población panameña abriera los ojos y viera la luz y que el sol sale para todos.
¿Quiénes le quitan la educación a nuestra población? Son esos que roban al Estado y que bajo la concepción de empresarios o inversionistas, aportan a las campañas para salir favorecidos con contratos millonarios y nombramientos en cargos de mando y jurisdicción, amén de esos que patrocinan la entrada de extranjeros para contratarlos fuera de la figura de empleados y pagarles menos para evitar pagar el salario mínimo a los panameños.
Mas que criticar a los educadores y a nuestra población Ngöbe, examinemos la historia y comparemos. Tenemos que revisar nuestro yo interno y preguntarnos qué país queremos y si en su reflexión sale continuar eligiendo corruptos, bienvenido a la esclavitud mental, a la cual inmisericordemente me tendré que sumar. Dios te salve, Panamá.
Economista, educador y humanista
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