Por: Carlos Ochoa E.
Diálogo es la comunicación entre dos o más personas, esta puede ser verbal, escrita, por gestos y señas, para que sea efectiva ambos deben utilizar el mismo código, así como son los idiomas. Los resultados de un diálogo pueden ser buenos, malos o ninguno. Nuestro actual gobierno se ha caracterizado por la gran capacidad de dialogar, y eso es bueno. Pero los diálogos en si de poco sirven, solo sirven como catarsis y los problemas sociales y económicos no son psicológicos, son tangibles, así hay que pasar de las palabras a los hechos, sino los resultados son letra muerta.
Diálogo del pacto del Bicentenario, de la Caja de Seguro Social, de Santiago de Veraguas, de Penonomé, entre otros escenarios para dialogar. Es evidente que el de Penonomé es excluyente; cosa curiosa, los responsables del descontento social y económico que da pies a las manifestaciones, ahora exigen estar en la mesa y amenazan al gobierno, es casi un sacrilegio que estén allí en estos momentos; es como invitar al que hunde de manera deliberada el navío, al rescate de los náufragos. Por los vientos que soplan y los nubarrones que se avizoran, el resultado de los diálogos corre el riesgo de quedar en nada o casi nada, la escasez del arroz y el lio de los medicamentos apuntan en esa dirección, y es que los empresarios tienen mucho poder y se valen de mil argucias para birlas las leyes y más si el gobierno se hace el ciego, sordo, mira para otro lado y tras bastidores les sonríe.
Hubo un gobierno de pasado reciente que, frente a todo problema surgido, respondía con una frase: “estamos tomando medidas”, pero nadie vio los resultados ni las medidas, el actual frente todo problema visible, crea una mesa, un diálogo o una Comisión. Algunos historiadores atribuyen a Napoleón Bonaparte, haber dicho en una ocasión: “si hay un problema y no quieres resolverlo; crea una comisión o un comité”. y a la vista, Napoleón tenía razón.
En este país pequeño, todos los que nos agitamos en el mundo intelectual, y también los políticos, entre otros ciudadanos, conocemos los problemas y las posibles soluciones, pero todo apunta a que no hay voluntad de resolverlos, solamente se toman medidas paliativas, la curita sobre la herida, por ese camino; mañana, la explosión social puede salirse y se va a salir de control. Llama la atención que el gobierno actúe a contra golpe, así como algunos buenos boxeadores. Si se sabe que el rancho se va prender, porque esperar que se prenda, para luego correr a apagar el fuego, me niego rotundamente a creer que este es un gobierno, socialmente y políticamente pirómano.
No creo en el diálogo de “yo con yo”, tampoco creo en el diálogo excluyente, aunque hay que excluir a los que no van a proponer soluciones viables, no creo en los diálogos con propuestas incendiarias y radicales. Inviables. Y menos creo en los diálogos de sordos, de ciegos, de charlatanes. El país requiere de un diálogo profundo, honrado, sincero y honesto. El pueblo no quiere que lo oigan, quiere que lo escuchen, una cosa es muy distinta a la otra; y se toman medidas que lo favorezcan. Aló…Alguien me escucha?
El autor es Prof. De geografía e historia y Sociólogo
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