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Dolor De Yegua


Por: Gonzalo Delgado Quintero

Un dolor de yegua, para quienes no lo sepan o nunca lo hayan sufrido, es una molestia temporal que se puede presentar al momento de realizar un ejercicio físico. Este tipo de aflicción es más frecuente y se presenta con mayor regularidad en las personas que corren o saltan, aunque suele presentarse al realizar otros deportes, por ejemplo, en nadadores y ciclistas.

Sobre este padecimiento que lo sentimos debajo de las costillas; allí, en las entrañas y que es un verdadero suplicio paralizante, en Panamá lo comparamos con el sufrimiento que le aparece a los caballos, siendo esta frase: “dolor de yegua”, un paralelismo que también damos a cualquier situación que nos parezca jodida o que no nos gusta y por tanto, rechazamos aunque esté muy presente inevitablemente.

En este sentido, hacemos esta analogía con la política panameña y la recién iniciada campaña porque sentimos que toda esta parafernalia electoralista es un verdadero dolor de yegua. No nos deja ni caminar y mucho menos corregir los verdaderos problemas de fondo, ni siquiera son temas a tratar dentro de la agenda mediática y tampoco en las propuesta de campaña de los “más potables”, que son respaldados precisamente por el poder económico que a su vez, son dueños también de los medios de comunicación, o sea, nada escapa a esta realidad. Si lo dudan, pregúntenle a Ricardo Martinelli.

Todo el enfoque de la campaña es sobre asuntos baladíes y se nota a leguas que los medios de comunicación solo piensan en sumar. Observamos la ocurrencia de cada idiotez y las llevan a cabo como la gran vaina.

Claro está, y es de entender, que estas empresas comunicacionales juegan a mantener el estatus quo y por tanto, su papel está enfocado a la manipulación para crear tendencias desinformadoras sobre aspectos irrelevantes de quienes aparecen como candidatos dentro de la oferta electoral, pero no olvidemos que estos medios masivos de comunicación tienen la capacidad de robar la atención de los ciudadanos electores que son inducidos masivamente hacia estos temas ilusorios, mientras los problemas de fondo ni siquiera se mencionan. Algo cíclico en las últimas seis campañas y como van las cosas, la actual, no hará la diferencia, peor aún, cuando a nuestra consideración, esta oferta electoral es la peor, al menos de las que he observado.

Ya el país está paralizado, empezó la campaña y ni en carnaval habrá tregua, porque esta festividad será sin duda alguna, parte del frenesí electoralista. No quedará clavo sin remachar. La oferta clientelar se disparó y el que hay p’a mi está activado con rumbo al apogeo delirante.

Debo también decir que si bien el dolor de yegua es transitorio, en el caso nuestro panameño, se ha convertido en un sufrimiento permanente, debido a que en nuestro país, la pelea por el poder se ha mantenido todos los días, durante los últimos cinco años y diría que mucho más. Y es que vivir pensando en las próximas elecciones por los grupos interesados que no son pocos, se ha convertido en la conducta general, lo que ha  paralizado el progreso y la prosperidad de la población menos favorecida y vulnerable que es la inmensa mayoría, de poco interés para estos grupos, solo tomados en cuenta para que legitimen cada cinco años con su voto, su representatividad en el poder.

Y lo peor de este dolor de yeguas es que en esta interminable maratón, el malestar solo lo viene sufriendo el corredor Pablo Pueblo que vive angustiado porque en esta carrera el arbitraje es de lucha libre, máscara contra cabellera, sin reglas claras y con banquillazos incluidos. Pueda ser que no pase a mayores.

El primer obstáculo en la pista que sufrió Pablo Pueblo, en periodo que aún no termina, fue la subida del costo de vida, que de por sí, ya venía a pleno galope; seguido, la pandemia y con ella, la especulación  del alza de medicamentos e insumos, aunado a la incertidumbre de un sistema salud desarticulado hace más de 30 años, incapacitado y también con dolor de yegua que no atendía bien y no sabía qué hacer con la cantidad de personas contagiadas y que iban muriendo en una especie de apocalipsis anunciada a voces por carperos y falsos profetas.

Después la subida de la gasolina y por caída de dominó el incremento de los demás productos, bienes y servicios. Eso llevó a la primera gran protesta que logró un diálogo de sordos. Y finalmente, el problema minero que provocó las gigantescas manifestaciones durante un mes, y de todo esto, la decisión de la Corte Suprema sobre este asunto que aún no termina, porque los canadienses no terminan por marcharse y están disque cerrando la mina, cuando en realidad lo que están es extrayendo, según informaciones de adentro, todo lo que habían excavado.

Todo eso pasó, hasta que por fin, ha llegado el momento de poder cambiar. Pero vuelvo, digo y pregunto: ¿Qué se va a cambiar? ¿Qué nuevo y realmente bueno se ofrece? Quizás si lo hay, pero dentro del ámbito concreto de la politiquería pura y dura ¿Qué hay más allá que no sea más de lo mismo? Repito: Sé que es subjetivo, pero para mí, esta oferta electoral 2024, es la peor.

Y si tengo razón, quien vaya a ganar el gobierno no va a rendir cuentas y por tanto, responderá a los intereses de los grandes capitales nacionales y transnacionales, incluyendo las de la luz, las comunicaciones, las tecnológicas y por supuesto, las empresas mineras, que seguirán ganando miles de millones.

En tanto, el costo de la canasta básica se incrementará para el pobre, la calidad de vida empeorará en conjunto con una peor educación y los sistemas públicos de salud colapsados, sin medicinas y sin atención médica de mínima calidad, ineficaz y a la suerte de alargadas citas de referencias médicas. Porqué la campaña no habla de estos temas, esa es la gran pregunta. Por tanto, lo que se presenta en este escenario electoral, con la propuesta, es un verdadero dolor de yegua.

El autor es periodista, escritor y analista político

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