El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por: Gonzalo Delgado Quintero
Los gobiernos cada vez más, se asisten de funcionarios tecnócratas. Los llamados ‘especialistas’. El presidente de Panamá José Raúl Mulino, designó su equipo económico, el cual, según evidencia, es de corte proempresarial y de línea dura, defensor del modelo neoliberal, propio de la tecnocracia.
Desde la década del 80, cuando resurge este modelo, al amparo del hermetismo de un lenguaje “técnico”; pero, además, sostenido por una plataforma tecnológica, al final, lo que originó fue el divorcio entre el concepto economía y sociedad. Desde entonces no se entienden o al menos eso tratan de propiciar.
Pero la economía siempre tendrá un rostro humano. La entiende perfectamente la ama de casa que compra en el supermercado y ve cómo ya su mismo dinero no le alcanza para comprar lo que antes sí. En esa circunstancia no hay mucho que elucubrar, ni el más pintado de los economistas tecnócratas podría cambiarle el pensamiento, absolutamente nada. Muere de inmediato, ante lo que es obvio. “Todo está caro y la plata no alcanza”.
En este sentido, un asunto de actualidad es el atinente a la Caja de Seguro Social. Un tema que está en manos de los economistas. Muchas personas lo entienden o al menos lo intuyen. La gente se queja con razón, de la pésima atención médica, del atraso de las citas especializadas, de las medicinas e insumos, de los equipos médico-quirúrgicos, de las aglomeraciones y la lentitud con que atienden; pero a la vez, todos saben que la CSS es la única tabla real de salvación de la que se pueden asir, flotar y recibir un servicio. Eso es así. Al fin y al cabo, la queja no es para que cierren, privaticen, dividan la institución o impongan medidas paramétricas, sino que los servicios y prestaciones que se brindan sean de calidad y eso, en gran medida, es de carácter administrativo.
La economía está vinculada a la gente y debe observar o al menos así se debe entender que, ella, debe responder a toda la sociedad en su conjunto; pero con mayor cuidado hacia las personas de mayor vulnerabilidad social. Es preocupante, por ejemplo, cuando en una campaña electoral se vende una idea, se convence al votante y se traiciona esa promesa. “Vamos a meter plata a tu bolsillo” y lo que ocurre son despidos de unos para meter a otros, soslayando la responsabilidad del Estado de crear más y mejores empleos y, por el contrario, imponen austeridad, y proclama después, que no hay chen chen.
Si hay dinero y mucho, lo que pasa es que, en Panamá, toda la tubería que viene de diversos ojos de agua de la economía chorrea hacia un punto y cuando, allí, llega no salpica. Con esto de la imposición del modelo neoliberal, unos se enriquecieron privatizando empresas estatales vendidas a ellos por bicoca. Toda esa infraestructura quedó en sus manos y las grandes entradas que tenía Panamá como Estado, quedó en manos de unos pocos que ahora son los dueños de todo ese emporio que era del pueblo panameño. A eso se resumen nuestra economía.
El autor es periodista, analista y escritor
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