El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por: José Dídimo Escobar Samaniego
El Banco General, el principal banco privado en Panamá, y seguramente, el mayor beneficiario del apoyo oficial que hace más de un año se le dispensó a la banca privada en Panamá más de mil millones de balboas, a efectos de que no rematan a sus clientes en medio de la pandemia, sin embargo, en forma arbitraria retiró dinero de las cuentas de miles de sus clientes a sabiendas de que hay un plazo hasta el 31 de septiembre para llegar a acuerdos, con los clientes que tienen algún préstamo con ese y otros bancos locales, documento aprobado por la Superintendencia de Bancos de Panamá, acuerdos con los que se limpiaron el trasero en el día de ayer.
El Banco que, tiene activos por casi 20 mil millones de balboas, goza de buena salud financiera, por lo que la medida que acaba de tomar fue un acto artero, absolutamente desconsiderado y violento, una manifiesta conducta contraria al orden legal que rige la actividad bancaria en Panamá, sector que ha gozado del respaldo del pueblo panameño, aun cuando se le atribuye muchas veces manejos pardos, por blanqueo de capitales y otros hechos que le permiten a la OCDE, mantenernos como país, en las listas negras y grises de las que aún no salimos.
No se trata solamente de un acto imprudente, sino de una acción que atenta gravemente contra la tranquilidad y el sosiego y pone en entredicho la confianza que las entidades financieras deben de expresar a sus clientes, misma que ha quedado destrozada con la acción confiscatoria de ayer. El acto de ayer, no es precisamente un acto de buenos vecinos, sino de asaltadores en la oscuridad.
Es muy probable que a partir de mañana lunes 6 de septiembre ocurra un importante movimiento de transferencia de las cuentas de ahorros y corrientes de ese banco, porque la gente no sabe si, en cualquier momento el Banco General pudiera adueñarse de sus dineros sin su consentimiento y al margen de los acuerdos con la superintendencia bancaria, que queda al desnudo su capacidad regulatoria, dado que sus regulaciones, por lo menos el Banco General no las atiende.
La confianza ciudadana ha sido gravemente agredida, y sus consecuencias están aún por verse en los próximos días, a pesar de que, según ha informado el Banco, pretendían reponer, las miles de cuentas saqueadas.
La confianza en las relaciones bancarias es similar a las relaciones íntimas entre las personas, una vez que se pierde, no será fácil de restaurar y menos cuando quien ha cometido el acto de agresión ha sido de quien se espera la mayor prudencia.
¡Así de sencilla es la cosa!
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