LA INVASIÓN DE 1989 A PANAMÁ Y EL BARRIO MÁRTIR DEL CHORRILLO
Por: Jaime Flores Cedeño
El barrio Mártir del Chorrillo sufrió de manera directa las consecuencias de la nefasta invasión del 20 de diciembre de 1989. Invasión que violó normas internacionales contenidas en los Convenios de Ginebra de 1949, referente a la protección de civiles en caso de Guerra.Los que tuvimos la oportunidad de conocer el Chorrillo, antes de 1989, específicamente, las calles 25, 26 y 27, recordamos sus casas de madera de uno o dos niveles, las cuales constituían verdaderos pueblos agrupados en corto espacio. En una de estas, conocida como la Titanic, ubicada entre las calles 26 y 27, confluían algo más de 30 o 40 familias, todas colindantes con balcones, amplios patios y baños comunales, donde la gente llevaba su “parrilla”, término desconocido por la juventud actual.
Una semana antes de la invasión, el Chorrillo seguía su vida cotidiana, sin saber que sus días (como barrio original) estaban contados. La gente compraba como siempre sus billetes de lotería, decoraban sus ventanas con motivos navideños y en las aceras se vendía pescado frito con patacones y cerveza extranjera con la mayor normalidad aparente, aunque, se rumoraba, fuertemente, la posibilidad de una invasión.
El chorrillero, tiene una idiosincrasia muy propia, su estilo de vida solidario, trabajador, festivo y, de no dejarse avasallar, lo han convertido en ciudadanos poseedores de suficientes fortalezas para poder sobrevivir a las injusticias y discriminaciones (como se daban al cruzar la cerca de la Zona del Canal, cuando los niños iban a buscar mangos) similar al olvido de los gobernantes de turno.
Los habitantes del Chorrillo tuvieron que pasar antes de la invasión por duras pruebas que fueron configurando su ADN. Varios fueron los incendios que casi hacen desaparecer al barrio, el más recordado fue en los primeros años de la década del 70, pero hubo uno mayor en 1954, que casi arrasa por completo con sus casas y cuyas imágenes se encuentran insertas en la revista siete de aquel año.
El Chorrillo, a pesar de estar situado a poca distancia de la Presidencia de la República y del Cuartel Central, nunca fue tomado en cuenta por los gobiernos oligárquicos para darle una vida digna a sus habitantes en materia de salud, educación, vivienda y trabajo. Igual sucedía con barrios como: San Miguel, el Marañón, y otros, que permanecieron por completo olvido durante el siglo XX.
La oligarquía utilizaba a sus habitantes como máquina de votos en tiempos de elecciones, y luego de las mismas, desaparecían hasta el próximo quinquenio. Nunca se preocuparon por la salud de sus niños, niñas, ancianos y jóvenes. Esto se reprodujo después de la invasión, cuando el Gobierno invasor de Endara, y los que siguieron, no dieron a sus habitantes el apoyo sicológico, social y económico, producto de las bombas y balas, causantes de la pérdida de vidas humanas, sin contar con la destrucción del barrio y de todas las pertenencias de sus residentes.
Los chorrilleros, tuvieron que resistir el 20 de dic. “como regalo previo de navidad” el mayor bombardeo del ejército imperialista de USA, desde la Guerra de Vietnam. La tragedia vivida no tiene comparación en la historia de Panamá, fue un crimen a plena noche y a la luz del día. A los oligarcas: Endara, Arias y Ford, que tomaron posesión en una base militar de USA aquella noche, poco les importó la situación que estaba atravesando el Chorrillo, ellos estaban pensando en el poder y en cómo iban a desatar la persecución contra sus opositores.
Luego de la destrucción, los habitantes del Chorrillo fueron arrojados a Hangares en Albrook, donde vivirían por algo más de un año bajo condiciones infrahumanas, lo que produjo innumerables protestas.
Al conmemorarse 33 años de la cruenta invasión, hacemos un homenaje a este histórico barrio “Mártir”, integrado por gente buena y noble, que soportó la inclemencia de la invasión y todas sus consecuencias.
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