José Dídimo Escobar Samaniego
Los hombres, a los que Dios le ha concedido el privilegio del amplio y profundo conocimiento de las cosas, deben entender que, ese privilegio implica poner al servicio del pueblo, todo cuanto se haya recibido por Gracia, a los efectos de lograr enfrentar eficazmente, la tarea de construir una sociedad justa en donde se respete la dignidad humana como primer y fundamental ordenamiento, en donde quiera y cualquiera sea la circunstancia en que nos encontremos.
Una mente dilectante, y una pluma alcahueta y encubridora de la injusticia, vician toda virtud en quien incluso goce de finesa al escribir, pues este hecho hace más perverso el daño. Una pluma comprometida tiene la utilidad de hacer cambiar las cosas, de contribuir a la comprensión de las cosas y a concebir formas para transformar la realidad que nos circunda que, como la nuestra, requiere la mejor interpretación, es decir encontrar la verdad y compartirla y luego el llamado para que emprendamos la revolución necesaria, así como hace 235 años se hizo en Francia para remediar el rescate de la Libertad, La Fraternidad, La Igualdad y la Solidaridad humana, nacidas del amor a la humanidad y el respeto a su dignidad.
Reconociendo que Panamá, no podemos seguir como veníamos andando, en medio de una desigualdad impresentable y trágica, hoy, debemos emprender ese camino de compromiso firme y cristiano de servir a los que más sufren de carencias y a los que, por su condición y carestía, son el alimento de la muerte y la desesperanza que, nos duele a los que sabemos que, tarde o temprano tenemos de dar cuenta ante un Juez insobornable, de cada acto que hicimos o dejamos de hacer.
¡Así de sencilla es la cosa!
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