por Manlio Dinucci
Por ahora, el conflicto ucraniano no se ha transformado en Tercera Guerra Mundial. Las potencias occidentales se limitan a pagar por un conflicto cuyo precio en vidas no las afecta directamente. Pero el costo de esa guerra aumenta cada día más.
Durante su gira europea por Italia, Alemania, Francia y Reino Unido, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski recogió más miles de millones de euros y de libras esterlinas en ayudas militares.
Pero eso no es suficiente y ahora anuncia que una “coalición” de países europeos entregará a Kiev cazabombarderos para utilizarlos contra Rusia. Entre esos aparatos podrían contarse los Tornado italianos, capaces de participar en operaciones de ataque aéreo –incluso con armas nucleares– volando a muy baja altitud para evitar ser detectados por los radares enemigos.
Italia es ahora un país beligerante. En Cerdeña, la OTAN acaba de realizar un gran ejercicio de «reacción rápida», con la participación de más de 2 000 soldados de Alemania, Bélgica, Países Bajos, Noruega y Letonia. Como país sede del ejercicio, Italia garantizó el soporte logístico. Sin embargo, este ejercicio de guerra no se desarrolló bajo el mando de Italia sino bajo las órdenes de Estados Unidos.
Todo eso implica un creciente gasto militar. El de Europa creció en 2022 en un 13% en relación con el año anterior, el más fuerte incremento de los últimos 30 años. En 2022, los gastos militares de Italia se dispararon hasta sobrepasar los 30 000 millones de euros, lo cual representa un gasto promedio de 80 millones de euros diarios.
Eso todavía no es suficiente. En virtud del compromiso contraído con la OTAN, Italia todavía debe incrementar su gasto militar hasta sobrepasar los 100 millones de euros diarios.
Esta creciente sangría del tesoro público, destinada a financiar la guerra, está agravando la situación de la mayoría de los italianos. En un año, el costo de la vida creció en más de 8%, sobre todo a causa del alza de los precios de los portadores energéticos… resultado de la estrategia de Estados Unidos y la OTAN, que consiste en bloquear los suministros de gas y de petróleo rusos a los países de la Unión Europea.
Y ya se perfila en el horizonte una crisis todavía más grave, provocada por el incremento de la deuda federal de Estados Unidos, que se ha multiplicado por dos, sobrepasando ahora los 31 000 millones de dólares. Ante el peligro de hallarse en default –o sea, en situación de “impago” [lo cual quiere decir concretamente que Estados Unidos ha dejado de ser solvente. Nota de Red Voltaire.]– en Washington se discute ahora sobre la posibilidad de elevar el «techo de la deuda».
La mismísima secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, advierte que «un ‘default’ desencadenará una recesión mundial, podría socavar el liderazgo económico mundial de Estados Unidos y suscitar dudas sobre nuestra capacidad para defender nuestros intereses de seguridad nacional».
Lo que más temen en Washington es la desdolarización de la economía mundial en la medida en que los intercambios internacionales se realicen utilizando el yuan chino y otras monedas.