El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por Ramiro Guerra M.
Jurista, Escritor Y Cientista Político.
No puede haber desarrollo en el planeta, mientras los sonidos y ruidos de armamentos de alta tecnología, producen asesinatos en masa y la ruina de naciones.
Cómo vivir con esas pesadillas de brutales guerras, que no discriminan niños, adultos, civiles asesinados, que inundan amplias zonas poblacionales. Todos asesinados brutalmente por toda clase de artillerías y bombas de alto calado.
No compartimos esa filosofía que sostiene que, después de la guerra, sigue la paz. ¿Qué paz? La de los cementerios.
El que no se suma al llamado a la paz, sencillamente se hace cómplice de la matanza humana, ruinas y hambruna que dejan las guerras.
Somos del criterio, que resulta contraproducente y reaccionario, sumarse o dejarse arrastrar por factores de poder, en el sentido de tomar partido por uno u otro protagonista de los conflictos bélicos.
No me pareció correcto, que en la asamblea general de la ONU, el gobierno de Panamá, en vez de convocar a la paz, optó por apoyar a Ucrania, apoyo que no se corresponde con la condición de país neutral y de una vía acuática; el Canal de Panamá que, aún en tiempos de guerra, tiene que estar abierto al tránsito de todos los países del mundo. El gobierno debió haber hecho un llamamiento al diálogo y la paz en la región y en especial a Ucrania y Rusia, en Medio Oriente y al resto del mundo.
Algunos pensadores y teóricos de la guerra y de objetivos militares han señalado que, el canal de Panamá, es indefendible frente a un ataque. Con razón, en el plano internacional, Panamá debe jugar a la paz y no estar tomando partido por cualesquiera de las partes en un conflicto bélico.
Por lo anterior, constituyó un error y claro desatino, ese apoyo a Ucrania. Una posición que coloca peligrosamente a Panamá como un eslabón de factores de poder, que ven las guerras desde un enfoque de control y dominio. Enfoques estos que repugnan con la filosofía de las buenas relaciones con todos los países del mundo; es decir, lo fundamental es abrirse a relaciones de paz y colaboración con los países del planeta.
Panamá, no puede estancarse y sumergirse en esas viejas retóricas de un unilateralismo hegemonista, donde al planeta se le ve como un conglomerado de países, con soberanía. mediatizadas y sometidas.
Las guerras conducen a la ruina. Peor, sin ser actores concretos de esos enfrentamientos bélicos, en el mapa guerrerista, nos colocan como un objetivo a atacar.
Desde las perspectivas anteriores, el eje de la política exterior de Panamá, debe ser la lucha por la paz y el diálogo.
Hay que ser cuidadoso, cuando se hacen declaraciones que pueden exponer al territorio nacional y el canal, a ataques y agresiones.
Se trata de una posición de principios. LA LUCHA POR LA PAZ.
La paz es el camino que nos puede llevar a un mejor mundo, el otro es camino de muerte y desolación.
Dios bendiga la patria
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