Por Ramiro Guerra M.
Veamos, regular, sea congelando precios o bajándolos, afectará la economía y señalan, esa política terminará generando escasez o disparando aún más los precios. Palabras más o menos, hay que quedarse callado y aguantar.
Regular precio es, intervencionismo de estado y en una economía de mercado abierto, de libre oferta y demanda, que sea esta la que determine los precios.
Nada dicen de cómo los oligopolios, la especulación sin freno, un mercado distorsionado, donde la ley de la competencia no funciona eficientemente para que incida en los precios; como no regular e intervenir con políticas de protección al consumidor.
Son los que siempre han abogado con mediatizar el carácter tutelador del código de trabajo. El mismo argumento, el código es un factor distorsionador del mercado.
Increíble, los sectores empresariales, se reúnen con el presidente y le arrancan el compromiso, que no habrá cambio de modelo económico.
Significa que lo que esos sectores defienden, es el modelo que naturalmente genera exclusión y concentración de riquezas en unos pocos y que por supuesto no permite que el mercado funcione adecuadamente, porque sólo lo defienden en tanto y en cuanto sea lo ancho para ellos y lo angosto para los consumidores.
Nadie está promoviendo políticas antisistema, es decir, cambiar el modo de producción capitalista. Se trata de hacerlo humano, de reparto equitativo.
Lo que hay es un modelo depredador, que arrastra el flagelo de la corrupción y distorsiona, no solo el mercado, sino, además, el concepto de democracia.
Para la oligarquía, hasta el papa Francisco es comunista. Y qué decir de la CEPAL, según ellos, una partida de izquierdistas radicales.
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