Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Hace unos días, en un diario de la localidad entrevistaron al Gerente General de Mi Bus, apellido Máquina, y me pareció inaudita y en extremo descarada su deposición ante el medio.Decía mi amado padre que, cuando la partera es mala, siempre le echa la culpa al orificio.
Desde hace algún tiempo, este personaje dirige Mi Bus, y ahora casi a tres años de su nombramiento jugoso, sale a confesar públicamente que, la empresa que dirige es un desastre, como si su destino estuviera desligado de su liderazgo.
En ese periodo en que hay más de trescientos buses descompuestos y sin reparar y en la que hay además, 600 buses sin asignación de rutas, a pesar de que existen muchas rutas sin ser atendidas o deliberadamente sacadas de programación con las consabidas consecuencias para miles de clientes del servicio público, no obstante se incrementaron los gastos administrativos y fueron notorios los aumentos de salarios en los altos ejecutivos de esa empresa.
Pero la cerecita del pastel es que después de casi tres años, el señor Máquina, descubre que el servicio público o el control del Estado de mi Bus, fue un error y que según él ese servicio debió prestarlo la empresa privada. Es decir, él reconoce su propia incapacidad manifiesta, pero en vez de asumir su responsabilidad, le echa la culpa al modelo empresarial del Estados, sin advertir, que él ha estado al frente de lo que podría ser el periodo en que se ha venido abajo la empresa y en la que, extrañamente se ha incrementado la subvención del Estados a Mi Bus, en una muestra del extremo del descaro, para que se cumpla el dicho que decía mi padre y que ya reseñamos.
Este personaje, al ostentar un resultado tan dramático e incompetente, debería por vergüenza presentar su dimisión inmediata, sobre todo que él es responsable de tener los 300 autobuses sin reparar, lo cual es evidencia de su vasta incompetencia.
Después de tres años, no puede alegar que él no tiene nada que ver con el problema del transporte público en la ciudad capital, sino que es él, el único responsable directo de la tragedia que él hoy intenta achacarle al modelo que antes funcionó y debe seguir dando el servicio a la ciudad capital.
Si el Estado no es capaz de resolver este problema, es mejor cerrar la puerta, apagar la luz y botar la llave. Esperamos de parte de Máquina, algo de vergüenza, si es que aún le queda algo, y las autoridades de la Contraloría General deberían proceder a realizar una auditoría forense urgente a fin de determinar algún hallazgo en estas confesiones que hizo pública el Director de Mi Bus.
¡Así de sencilla es la cosa!
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