El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por Gonzalo Delgado Quintero
Se logró un importante peldaño. Pero, ante la acción, la reacción puede venir. Y es posible que sea en el escenario internacional. No sé si se atreverán a semejante osadía, cuando tienen todas las de perder, pero estos delincuentes mineros están muy bien conectados. Además, se le asestó un golpe mortal que no solo representa la disminución del valor de sus acciones en la bolsa, sino que First Quantum, es filial de Vanguard Group, la segunda empresa de inversiones más grande del mundo con tentáculos en tribunales internacionales, sobre todo, en estos tipos de arbitrajes. Por tanto, estar vigilantes y preparados con los mejores, es una obligación patriótica.
Pero la pelea es peleando y lo que verdaderamente ocurrió, es que hubo malos cálculos. Quienes apostaron a la minería en Panamá fallaron en sus pretensiones. No tomaron en cuenta a los ambientalistas que están muy bien ilustrados; tampoco tuvieron en cuenta el nivel de penetración impactante y de incidencia social de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (internet-redes), no midieron las capacidades de convocatoria de los movimientos sociales, no entendieron que en Panamá hay personas preparadas en diversas disciplinas y por ello, creyeron que la participación ciudadana en la Asamblea de Diputados iba a ser un simple ejercicio de oratoria que no provocaría ningún impacto en la sociedad. Cuán equivocados.
Pero todavía hay algo más trascendental que también se les olvidó y es la larga historia de lucha del pueblo panameño que podemos referirla a que, si por una tajada de sandía fuimos capaces de blandirnos con Estados Unidos, que puede representar hoy para ese enraizado sentido patriótico de lucha, estos más bien guaqueros (huaqueros) ladrones de la First Quantum.
Y es que o no leen y son ignorantes o simplemente no recordaron la historia de Belisario Porras y del Movimiento Inquilinario de 1925 y 1932. De que los panameños fueron capaces de enfrenar las intenciones de Estados Unidos que pretendía dejar las 136 bases militares en nuestro país apenas dos años después de la Segunda Guerra Mundial, siendo el panameño capaz de enfrentar y rechazar los Convenios Filos- Hines en 1947. Que hay capítulos escritos con letras doradas de luchas heroicas a través de gestas como las de 1958, 1959 y la del 9, 10 y 11 de enero de 1964. Siempre ofrendando, como sucedió en esta última lucha, la generosa y guerrera sangre de su pueblo.
Se les olvidó que las luchas generacionales llevaron a que se lograran los Tratados Torrijos – Carter por la recuperación del Canal y que sacáramos la última estaca colonial hacen apenas 23 años transcurridos. Todo ello, con el carácter patriótico de Omar Torrijos Herrera, quien contrario al débil liderazgo actual, supo dirigir ese anhelo de los panameños y concretar la salida de los norteamericanos que hoy hace posible el gran aporte millonario que recibimos de nuestra vía acuática y sin enclaves coloniales.
Cierto es que hubo fuerzas que trataron de imponer el leonino contrato minero; que intentaron con sus recursos desmovilizar, dividir y carear una confrontación entre los movimientos sociales, para lo cual, incluso, algunos medios se prestaron a tales fines y aunque lo nieguen fue y sigue siendo evidente. Eso se notó con las sesgadas entrevistas selectivas que hicieron.
Todo eso sucedió, pero lo más importante de este doblemente histórico día 28 de noviembre, es que se logró un importante peldaño de dignidad que estará sellado también y para siempre en los anales de nuestra historia, así como queda igualmente marcado y ferrado quien fue quien. Por delante solo exhortación de la reconciliación después de algunas desavenencias, al menos, entre los grupos populares, organizados y del pueblo en general; no obstante, seguimos vigilantes.
El autor es periodista, escritor y analista
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