De mi libro de cuentos “Entre la calle y el monte”, del cual ya no existen ejemplares a la venta, me place ofrecer este relato “El fin de la soledad”. Años 80s. Estoy publicando algunos de los cuentos para quien deseé conocerlos.
Pd. Invito a leer mi libro El arte de envejecer. (2023). “La vejez es la obra maestra del tiempo. Obra de arte. Se hace envejeciendo, de ningún otro modo. Es el arte de envejecer y el tiempo el artesano”. Asequible en la Librería Cultural Panameña en vía España, Perejil.
Miguel Montiel-Guevara 12-4-2024
I
Hace infinitos años no había tierra, no había luna, no había sol. Ni agujeros negros, ni nebulosas incandescentes, ni fotones de luz viajando por ningún lado. Tampoco mar o algo vegetal, mucho menos animal. No existía Universo. Sólo Espíritu. Entonces, solitario, Él se preguntó:
< ¿De qué me sirve poseer la eternidad, y también la infinitud, si no las puedo compartir? >
Y nadie contestó. Su lamento se expandió sin fin y regresó a él convertido en Eco. Espíritu asombrado al escuchar queja como la suya, respondió:
< Si hay alguien tan solo como yo, conozcámonos, para estar juntos los dos >.
Su anhelo de compañía anduvo en todas direcciones, hasta que Eco vino de vuelta con la misma invitación. Espíritu la aceptó. Entusiasmado, pidió al poseedor de la voz desconocida presentarse enseguida ante Él, para dar fin de una vez por todas a la soledad que ambos padecían. Su petición llegó hasta el último rincón de La Nada, de donde Eco se la devolvió. Esta vez, Espíritu se molestó.
< Yo soy el Ser, dueño de todo lo que es. No sé quién eres tú, pero ante mí has de venir o te castigaré con toda la fuerza y alcance de mi poder. >
Y dicho esto se dispuso a esperar. Su amenaza viajó sin límites. Pero sólo Eco compareció ante Él y lo mismo repitió. Espíritu enfureció. Lleno de ira y soberbia condenó implacable a su anónimo interlocutor a la absoluta e interminable soledad. La condena proferida buscó infructuosamente por todo el infinito confín a quien poderla aplicar. Después de circunvalar innumerables veces el vacío, finalmente, retornó con Eco a la misma fuente de la que emanó.
II
Espíritu esperó, esperó, y esperó. Pero nunca alguien se presentó. Entonces entristeció. Más allá de su divina vanidad y su existencia todopoderosa, deseó con todas las fuerzas de su solitario ser conocer al de la voz misteriosa que lo había retado y también hecho enojar. Un ansia incontenible de conocer otra existencia rebotó como Eco de su deseo y sintió emerger de su interior la necesidad del otro. Entonces pensó.
< Si yo soy el Ser infinito y eterno, también lo es mi soledad >.
Su pensamiento chocó cual Eco de sí mismo y contempló la verdadera esencia de su ser infinito y eterno, consistente de Espacio y Tiempo. Deseo y conocimiento se hicieron uno y nació Conciencia. Ella no tardó en reclamar también para sí igual existencia propia. Espíritu se la negó y, al hacerlo, se negó de paso a sí mismo. Así perdió, por designio propio, la esencia de su ser. Espacio y Tiempo quedaron solos, pero unidos entre sí. De ellos, y, por tanto, infinita y eterna, surgió Materia, con un estruendoso big bang. Sus hijos vinieron después. Polvo Cósmico lo cubrió todo. Agujero Negro atravesó La Nada. Nebulosa Incandescente, Galaxia y Metagalaxia se desplazaron a lo largo y ancho de lo que es. Quantum y Quásar empezaron a cantar. Partícula Elemental a jugar saltando de aquí para allá. Electrón, Positrón y Neutrón, tomados de la mano, bailaron con la armonía de Átomo, bañados todos de luz. Sol calentó a Tierra y Luna enamoró a Mar. De su vientre surgió Vegetal y de su tibio aliento Animal. Sin Espacio ni Tiempo, Espíritu perdió su infinitud y también su eternidad. Pero ganó la compañía de Materia, y con ella hizo a Humanidad, fruto de los dos. Ahora, juntos, Espíritu y Materia, comparten el Universo. Sea.