Por Ramiro Guerra M.
Abogado, escritor y cientista político
No hay espacio, para ninguna interpretación del tratado de Neutralidad Permanente, que apunte a intervenciones unilaterales.
Vamos mas lejos, ni siquiera con el tratado HAY BUNAU VARILLA, Panamá cedió su soberanía. Los Estados Unidos, durante todo el período que tuvo vigencia ese tratado, los gringos ocuparon parte del territorio y el Canal, estuvieron en éste, como si fueran soberanos. Esta frase es clara y fue interpretada como si nuestro país hubiese renunciado su soberanía.
Casi todo el siglo XX, los panameños, no paramos en reclamar la salida del ejército de los Estados Unidos, igual todo el territorio y sitios que estaban bajo control de ese país; lo mismo que el Canal de Panamá y la eliminación de atribuciones jurisdiccionales que se arrogaban las autoridades zoneítas.
Con los tratados Torrijos Carter, logramos nuestra independencia nacional (la perfección de nuestro Estado) y recuperamos el Canal.
Aquellos tiempos donde los Estados Unidos, hizo del área canalera, otro estado, la de la quinta frontera, un gobernador, su propia jurisdicción y donde a los panameños se nos prohibía entrar, quedó atrás. Logramos nuestro objetivo, de un solo territorio una sola bandera.
Estoy convencido, que los panameños, jamás transaremos con volver a ese pasado de ignominia. El patriotismo lo llevamos como el bien sublime que da sentido y forma al ser nacional.
No perdamos de vista, que hay detractores de esa fuerza nacional, que se sienten gringueros y siempre estarán alineados con esa nación extranjera. Contra ellos, tuvimos que luchar casi todo un siglo. Eran los vende patria. Sobre todo la oligarquía, que siempre y hoy apuestan a servir a los Estados Unidos. Ahora se entiende con claridad, el por qué abogaban eliminar la enseñanza de la historia y sobre todo las relaciones con los Estados Unidos.
Las reclamaciones de Donald Trump, de apoderarse del Canal, es propio de una potencia que hoy desvaría y no hay razón, que lo haga entender y respetar el orden jurídico y tratadil internacional. Su ideología es el uso esquizofrénico de la fuerza, con tal de imponer sus intereses.
Es una potencia que hoy la suerte de su porvenir, apuestan a extender su ideología de la guerra, en todo el planeta, es parte de su final natural, cuando no se fundamenta en razones sensatas, sino en la manifestación aberrante y grosera de la fuerza.
Las últimas actuaciones de Trump y autoridades de su gobierno, son un rosario de violaciones a nuestra condición de país soberano.
Esa sesión en el Senado de USA de abordar todo lo pertinente al Canal, nuestra discrecionalidad de tener relaciones con la comunidad internacional, constituye una intromisión que viola la constitución nacional y violenta también los fundamentos de la constitución de la comunidad internacional.
Panamá no es colonia, protectorado o estado asociado de los Estados Unidos.
En ese sentido de permanencia, identidad nacional, el somos panameños, ha sido fruto de una larga historia de lucha que proviene de más de dos siglos.
Se trata ahora, volver con firmeza y decisión inquebrantable, por los caminos andados de patriotismo y liberación.
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