Por Carlos Ochoa E.
Como regla general, la mayoría de los gobiernos termina desgastados, esto se debe a que en las campañas electorales prometen el oro y el moro, ha sabiendas que esas promesas jamás podrán cumplirse. Y en el mejor de los casos será a base de sacrificar al pueblo, que a los que pagan las campañas electoreras. La tónica de todas las campañas electorales es mentir. Al actual gobierno, un alto porcentaje de la población, sabe quienes les financiaron la campaña al actual gobierno. A la mayoría de los que llegan al poder político prefieren alinearse con los dueños del poder económico, y así terminar como charlatanes y demagogos frente al pueblo. Pero eso es lo que menos les importa.
Desde hace rato, a partir de la invasión norteamericana a Panamá de 1989, la calidad de vida del pueblo panameño se ha venido deteriorando, paulatinamente, al extremo que, ha decir verdad, y no lo que dicen las estadísticas maquilladas, expresadas en porcentajes y parámetros equívocos, la mitad de la población panameña no tiene ingresos suficientes para satisfacer las necesidades básicas, para una vida digna y decorosa.
No es un secreto que, el actual gobierno, desde un principio se desligó de la visión de resolver los grandes problemas económicos y sociales del país y se entregó, de manos y piernas abiertas a complacer a complacer a la oligarquía mercantil y financiera, parasitaria, de allí el asombroso y espantoso endeudamiento, donde todo el dinero de empréstitos y bonos han sido para gastos y cero para inversiones en el desarrollo del país.
Culpar a los gobiernos anteriores de la situación actual, es una excusa demasiada barata para un gobierno serio y responsable, igual que culpar a la pandemia de la COVID-19, la COVID sirvió para poner de manifiesto, claro y desnudo, las desigualdades sociales; y deficiencias del gobierno para resolver esos y otros problemas, pero el gobierno prefirió mirar para la otra orilla y en vez de intentar resolver los problemas; consciente o inconscientemente, comenzó a echarle más leña al fogón.
El problema del contrato del gobierno con Minera Panamá, es simple y llanamente, la gota que derramó el vaso. Existe una acumulación de problemas económicos y sociales, que los anteriores gobiernos como el actual, han hecho como el avestruz, esconder la cabeza para no ver el problema. No voy a mencionar todos los problemas que afectan al 80 por ciento de nuestra población, que se resumen a problemas económicos y sociales, desempleo, educación, seguridad, delincuencia, transporte, calles deterioradas, y la infinidad que de ellos se desprenden. Y la cereza del pastel la corrupción rampante y galopante, expuesta a la vista de todo el pueblo.
En un artículo anterior, señalé, y vuelvo y lo señalo, las políticas neo liberales y de las más retrógradas, impuestas por el actual gobierno, han llevado al país a la situación en que estamos. No es que se ha perdido la brújula, nunca la hubo, en el sentido de querer resolver los problemas del país. Un gobierno en acción, claro que sí, pero en la dirección equivocada. “el que siembra vientos cosechas tempestades. Así de sencillo.
La oligarquía, traidora y vende patria, embarcó al gobierno, igual que a los anteriores, por los caminos equivocados, o bien puede ser que el propio gobierno se embarcó en la nave equivocada. Y qué pasó ahora; ahora que el barco está haciendo aguas por todos lados, quieren hacer responsable al gobierno de todo el desastre que vive el país, señores ustedes del CLUB UNIÓN y sus gremios, junto con sus serviles y aduladores, son los verdaderos responsables. Y ahora quieren saltar del barco que ustedes mismos han hecho y siguen haciendo lo posible para que naufrague.
Torrijos dijo en una ocasión, refiriéndose a Estados Unidos; que “ellos no tienen amigos, solo intereses”, la oligarquía, como clase social, no tiene concepto de patria, solo intereses económicos. En lo personal, se me hace cuesta arriba, entender como el gobierno y la oligarquía, han metido al país en semejante laberinto. Napoleón Bonaparte escribió en sus memorias una frase lapidaria: “Solo mis enemigos me dijeron la verdad”. Los aduladores ya comienzan a saltar del barco. No hay dudas, el gobierno se metió en tremendo laberinto y tiene poco tiempo para salir de él.
El autor es Sociólogo y profesor de Geografía e Historia
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