De los distintos problemas que debe enfrentar, la Caja de Seguro Social es en lo inmediato el más dramático y grave.
A dos meses del nuevo gobierno, tanto el enfoque para su resolución como la reciente designación del Director General no contribuye a encontrar el camino menos pantanoso que lleve a la generación del ambiente adecuado para el logro de un acuerdo entre las partes que favorezca la paz social y la dignidad humana de los panameños.
La Caja de Seguro Social representa un marco de seguridad no solo para los trabajadores, es que sería un total desmadre que ocurriera un accidente de trabajo por ejemplo, y la empresa tuviera que lidiar con ese hecho y hacerse responsable de la atención médica y del pago de los salarios mientras dure la consecuencia del accidente o de la enfermedad sobrevenida o el hecho muerte o que llegara la hora de la jubilación y la empresa tuviera que desembolsar la cantidad mensual hasta la muerte, de lo que sería la sustentación de quien trabajó para una empresa, sea pública o privada durante su vida laboral.
Es así que la Caja de Seguro Social representa en Panamá, la paz social y la estabilidad como un organismo que, bien administrado debe garantizar los servicios médicos a los asegurados y sus beneficiarios y las pensiones.
Quién es el dueño de la CSS.
Los asegurados, como generadores de las cuotas obrero patronales son en última instancia los dueños de la CSS. Sus aportes directos que le son descontados cada quincena y el aporte que hace el pueblo en la medida que compra bienes y servicios de las empresas públicas y privadas que luego ellos, habiéndolas imputado al precio de lo que producen, la transfieren a la CSS. Es decir, los empresarios no sacan como los obreros de su salario, de sus ganancias, el porcentaje que la ley les determina que deben transferir, sino que, lo incorporan como hemos dicho a los costos de la producción de sus bienes y servicios, por lo cual lo termina pagando el pueblo consumidor. Ello nos lleva a concluir que son los trabajadores los verdaderos dueños legítimos de la CSS.
Hasta hoy día la Asamblea Nacional no ha refrendado al Director Dino Mon, y su discurso sostenido en el tiempo abre brechas entre los sectores que deben llegar a un acuerdo, por lo cual, si no cambia el paso lo que veremos es un absoluta entropía, es decir un dramático y monumental desorden.
Mucha gente advirtió la incapacidad de este director designado, todavía no ratificado, por su manifiesta terquedad de imponer un modelo en el que abriría las medidas paramétricas de aumento de la edad de jubilación para hombres y mujeres, disminución del porcentaje del monto de retiro, aumento de cantidad de cuotas, pero no se habla de poner a generar mayor utilidad las reservas de la CSS o realizar actividades como un banco del asegurado y jubilado que, la propia Ley de la CSS lo permite a los efectos de que esa nueva entidad de la CSS ofrezca a los dueños del seguro, un acceso a un dinero más barato y procurar mayores intereses de sus depósitos que solo ganan alrededor del 2% en los bancos oficiales, pudiendo ganar arriba del 6% si se permiten estas actividades y con ellos se compraría deudas de los asegurados con las financieras que les cobran entre el 18% y 24 % anual de préstamos en clara usura y agiotismo. Ello representaría un aumento directo de los ingresos de los jubilados y asegurados al lograr un ahorro significativo en el pago de intereses menores que podía oscilar entre el 6% y 7%, lo que representa un ahorro de más del 15% de sus obligaciones comprometidas.
Pero esto requiere de una decisión política que enfrentaría a las financieras que se han convertido en un cartel de garroteras y asaltadores con el contubernio del propio estado que, no está para apoyar esta clase de injusticia, sino todo lo contrario, procurar el mejoramiento del nivel de vida de nuestros conciudadanos.
El nuevo director o cambia su discurso y su andar o llevará combustible de alto octanaje a la pira que puede representar los pasos equivocados para enfrentar uno de los más graves problemas de la nación.