Por Ramiro Guerra M.
Abogado, escritor y cientista político
La deuda de los panameños por tarjetas de crédito, asciende a más de 2 mil setecientos millones de dólares.
Lo anterior nada tiene que ver con préstamos personales, carteras hipotecarias e igual préstamos prendarios.
Se trata de una realidad que raya en la locura.
Me contaba una ciudadana, que ella pagaba más de 110 dólares por una tarjeta de crédito. Varios lustros y su cuenta no bajaba. Fue al banco y sorpresa, de los 110 dólares, solamente 10 dólares iban a capital. Le informaron que su saldo de deuda ascendía a 2 mil 998 dólares.
El pago mensual de los 110 dólares, cubrían una serie se recargos impuesto por el banco y solo 10 dólares iba al capital.
A esta realidad, la denomino un abuso. Según informes suministrados por organismos que le siguen pista a este fenómeno, en el país hay más 750 mil deudores en concepto de tarjetas de créditos.
Son millones en saldo de deuda de los panameños; sectores profesionales y medios mayormente involucrados en esta realidad. Es decir, la deuda en capital se mantiene casi inalterable, pero el retorno por una serie de recargos es millonario y el capital se mantiene en saldo, casi inalterable.
Reitero esto es lo que denomino abuso majestuoso de la banca. La Superintendencia de Bancos, mirando por lo lejos, mientras nos abusan.
Se requiere regular estos créditos de tal suerte que, se frene lo que bien pudiera denominarse un atraco a los panameños.
Los bancos entre nuestro medio, manejan este criterio en forma de oligopolio. Los intereses, son intereses concertados entre los bancos y casi nada tiene que ver ni el estado y mucho menos la población. Difícilmente uno encuentra un banco o agente financiero, con tasa de interés por debajo de la plaza bancaria.
Muchas personas han sido empobrecidas por los bancos que, por el cobro de un reducto insignificante de una deuda, interponen un proceso ejecutivo que, termina en un remate de los bienes del deudor que luego queda en la pobreza, perdiendo un bien de gran valor, para satisfacer al banco que cobra su deuda y hasta costas de abogados mientras que, una especie de carroñeros hacen fiesta y se encargan de adueñarse por poco dinero de los bienes del deudor que los trabajó toda una vida.
Pero, es el caso que, si usted deposita alguna suma considerable, por ejemplo, en una cuenta de plazo fijo, esta no obstante no llega a ganar ni siquiera el 3% de interés anual, que si usted le resta la taza de inflación, significa que usted se está empobreciendo cada vez más si tiene depósitos en el banco. Esto devela la viveza y el atraco del que hemos hablado.
Se requiere una nueva ley que regule estas actividades, de tal suerte que el cuenta habiente y deudor, no sean objeto de tanto abuso
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