El Monstruoso Cuadro De Un Pintor Anónimo. 

Cuento corto.

Ramiro Guerra M. 

Noviembre de 2022.

Como nunca, la galería llena; genios del arte de la pintura exponiendo sus cuadros. Unos se aproximaban a observar y sacaban conclusiones que talvez no constituían las reales causas que animaron al artista al dibujar su obra.

Ese día había un cuadro que irradiaba la magia de obligar a los asistentes a una parada forzada. ¿Qué tenía ese cuadro que llamaba la atención de los asistentes?

Esa pintura exponía un mosaico de imágenes. Un dinosaurio, una despeinada mujer, el rostro de una calavera sonriendo, unos hombres con barrigas grandes; gordos sobre una mesa degustando frutas y piernas de cerdos, pavos y alrededor de la mesa, niños con ojos brotados por la hambruna.

En una esquina de la pintura, un hombre que, desde un púlpito, hacía gala de un discurso fogoso y de sus bolsillos se dejaban escapar conscientemente unas que otras monedas y sonreía pícaramente y con algo de sorna. Los que le escuchaban, aplaudían frenéticamente.

En otra esquina del cuadro, un rio desbordado y la gente sacando todo cuanto podían de sus humildes casas. El cuadro mostraba a un cura cachetón con un crucifijo, dando la bendición.  Cerca de él, una imagen que recordaba al jorobado de París.

La imagen daba para todo tipo de imaginación. Un niño que acompañaba a su mamá, con una ingenuidad propia de la edad, miró el cuadro y dijo: ¡Mamá ese es mi país!

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