El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por Ramiro Guerra.
Juristas, escritor y cientista político.
Siempre he señalado, que el reposo es una cualidad que no existe. El ser y el objeto, dada sus contradiciones internas, siempre está en movimiento y por ello el concepto CAMBIO, es una realidad que siempre está a la vista. Estos últimos, sean cuantitativo, siempre tienden dada su acumulación, terminan en cambios de calidad.
Lo anterior aplica en todos los campos del saber, entre ellos, la política, economía etc…
Veamos la realidad nacional, sobre todo la coyuntura político-social, lo mismo que en la economía.
Como explicar, el creciente proceso de deslegitimación del poder político e institucional, sino a cambio de entender que el poder de los gobernantes, crecientemente es erosionado, por un hacer mediador de las mayorías, del pueblo, que se mueve en una permanente dinámica crítica y de disenso, frente a una gobernanza, que excluye y discrimina el dínamo de toda democracia, que es la ciudadanía actuando beligerante.
Tonto sería pensar que, lo que fue la campaña de los ganadores (binomio Martinelli- Mulino), hoy da cuenta de lo que fue, no es hoy. El momento de inflexión, fue caracterizado, con la frase, «este gobierno es de la empresa privada» (para el caso de Panamá, la oligarquía).
Hoy observamos fenómenos, que creíamos inamovibles, como lo del binomio, Mulino – Martinelli. Sin embargo, solemos olvidar que la política, su ejercicio, de moral no tiene nada y menos de lealtades.
Las últimas declaraciones del expresidente, dejó en evidencia lo señalado. Por más que se guarden las formas, el señor asilado en la embajada de Nicaragua, se siente defraudado, por lo que se le prometió y no se cumplió.
Pudiésemos afirmar, que los titiriteros que manejan el affaire Martinelli, hacen parte de la oligarquía criolla. Estos aspiran a sepultarlo políticamente hasta su muerte. ¡que fatalidad la del expresidente, lo primero que hizo su amigo, fue endosarle el poder a los rabiblancos del país.
El gobierno actual, por ignorancia o poco me importa, no percibe, que hay variables políticas, que como proceso van minando crecientemente la legitimidad social, la poca que le endosó la ciudadanía, en el pasado evento electoral.
Lo escribí en el artículo anterior, cada vez que ese torrente de masas, clara en sus objetivos y propósitos, sale a la calles, aporta una cuota de variables de poder, que tiende a debilitar el hacer mediador del gobierno. En este escenario, los errores en la gobernanza, tienen más de torpeza y por ello, tienden a generar grados de arritmia y desequilibrio en la sociedad. En ese sentido, la situación enfermiza de nuestra economía, es más un problema de incapacidad de los gobiernos, que no entienden que con esa forma de conducirse, ahuyentan las inversiones, además del hecho de la grave crisis financiera mundial promovida por la guerra arancelaria de TRUMP.
La empresa privada, habla paja y pastos; en el último mes, ha despedido a más de 500 trabajadores, recurriendo a mutuos consentimientos obligados. Esto es grave, sobre todo ante un ministerio de trabajo y desarrollo social, desnaturalizado. Parece un despacho de los empresarios.
Lo grave de la situación señalada y de esos escenarios, es que el poder político profundiza su proceso de embrutamiento. Crecientemente recurre y recurrirá a la violencia policiaca. Sin entender, que ello constituye parte del proceso de debilitamiento.
La historia da cuenta, que los pueblos frente a estas realidades , no se rinden ni dan el brazo a torcer.
Como podemos observar, solo queda un camino; volver a los estadios de una gobernanza que juegue al equilibrio y a un real empoderamiento de un estado de derecho – constitucional, que tienda o tenga un visión o eje antropocéntrico (de garantías fundamentales y respeto por lo colectivo y lo solidario.)
Error fatal, emular a un loco como Javier Miley al igual que Trump. En este último caso, no hay para sorprenderse, ha provocado una especie de despertar de masas. Dirán que son gringos comunistas y anarquistas. ¡que pobreza de raciocinio!
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