Trump ha provocado hasta ahora, con solo dos meses y medio en el poder, por segunda vez, un verdadero cataclismo a nivel global, reviviendo políticas que, presumíamos superadas, sin embargo, han sido puestas de pie y caminan rampantes, llevándose por los pechos y sin reparo alguno, el libre comercio, los derechos humanos, el respeto a las leyes y en el caso nuestro, atentando contra la soberanía nacional y la amenaza de ocupar militarmente al país para apropiarse del Canal.
Las acciones del gobierno de Estados Unidos, plantea que, si algún país, por medio del trabajo, el desarrollo tecnológico, logran producir con mayor eficiencia que las empresas industriales norteamericanas, entonces se les aplica un impuesto de entrada de esa mercancía y un bloqueo tecnológico, a fin de imposibilitar su entrada, en lo que corresponde a un proteccionismo grosero, abierto y contrario a la legalidad internacional.
Es la reacción del poderoso que, en medio del juego democrático y la ley que abanicó con la apertura de todos los mercados, ahora como ha perdido competitividad decide que el juego no vale y sale y se impone por la fuerza militar y la amenaza.
Quién fue en el pasado, el que se vendía como los líderes de la democracia, han terminado por declararla proscrita, prohibida y al echar mano de la arbitrariedad, en el marco internacional, se han desnudado y viendo el resto de la humanidad, sus partes pudendas, han admitido con los hechos, no con su confesión que, no pueden liderar a la humanidad hacia la justicia y por su intermedio a la paz, porque nadie desde la fuerza y la imposición, ausente de la más elemental ética, puede enseñar el camino hacia los propósitos superiores de la humanidad.
El problema de Panamá es que el gobierno que existe en la coyuntura, ha decidido someter al país a la indignidad y actúa por el camino del entreguismo, la genuflexión y la sumisión, y esa vía, jamás podrá reivindicar la dignidad nacional y el respeto a nuestra integridad como estado. Lo hacen con el frío cálculo que, derivarán de la entrega, el respaldo de la fuerza que aquí no tienen.
No se trata como argumentan algunos representantes del gobierno que se sienten contentos porque el porcentaje de aranceles contra Panamá, es solo del 10%, cayendo en la tontería “Mal de muchos, consuelo de tontos”.
Está claro ahora, que lo que siempre decíamos del Imperio norteamericano, siempre fue verdad. “Ellos no andan buscando amigos, ellos tienen intereses” y como decía Omar Torrijos; “EE.UU. no anda buscando amigos, sino lambones”.
El mundo está convulsionado y de todo esto saldrá una nueva situación y el final será un debilitamiento de la imposición unilateral y la apertura de un mundo multipolar donde los países pequeños como el nuestro, podrá aspirar a la igualdad en el marco del derecho internacional, donde se debe respetar la autodeterminación de los pueblos y la soberanía de los estados.
El gobierno nacional, ya maltrecho de apoyo popular, es probable que no pueda por su composición exclusiva del sector empresarial, tener la capacidad para poder sortear y manejar con eficiencia y eficacia, la actual crisis, que de hecho los sobrepasa y los rebasa sin que tengan la más mínima capacidad para generar una unidad nacional mínima y elemental antes que se haga aguas su régimen y zozobre irremediablemente.