El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Malcriado, irreverente y procaz, así es el presidente que tenemos los panameños y la culpa es de Martinelli que lo avaló y le entregó los votos para que llegara al palacio de las garzas, para advertir casi inmediatamente que la cocina de palacio era una Fonda, es decir un lugar cochino donde suelen comer multitudes de panameños cada día. Y allí dio orden para invertir decenas de miles de dólares, para acomodar ese sitio como una prioridad nacional insoslayable.
Después les dijo “chiquillos” a los jóvenes que ahora son diputados y como en ese momento, aún no se habían sometido a sus desplantes, les endilgaba epítetos irrespetuosos y desconsiderados.
Posteriormente, en un discurso dado en la Asamblea Nacional se burló y ofendió a las personas con discapacidad y les dijo cojos, tuertos y mudos, como seres indeseables.
Luego dijo de los obreros del Suntracs que eran “mafiosos” y hoy dijo que los que no querían la minería son unos “cinco gatos”, es decir, pocas personas y sin ninguna importancia, por lo que se colige que su afán por hacer un hospital para animales, no está en su corazón porque, para nada es amigo de los animales, si luego los denosta. Porque es una ley que; “la boca habla lo que en el corazón abunda”.
A veces me quedo pensando y cavilando, qué mal ha cometido el pueblo panameño que le ha venido como castigo, una pléyade de rufianes y rofiones al frente del estado y amenazan a su propio pueblo con proscribirle las libertades de reunión y de manifestación pública, queriendo envilecer a nuestros ciudadanos.
Que no hay plata para medicinas en los hospitales públicos, pero sí hay dinero para comprar aviones para movilizar a miembros de la Unidad de Control de Multitudes para que apaleen y llenen de gases lacrimógenos, a la gente sencilla y humilde que, se atreva a expresarse públicamente.
Parece que Mulino, habiendo dejado ciegos a más de 80 panameños y con vista limitada a más del doble por su hazaña en Changuinola y varios muertos por la Ley Chorizo y por acaparar tierras del estado en Colón, ha quedado cn él, un grave trauma que, pretende resolver ahondando aún más, el daño al pueblo panameño, creyendo que este país es un corral y él el Capataz.
Hace escasas horas, el jefe de la policía, quien emula al presidente, autorizado por Mulino, olvidando que no es autoridad, sino auxiliar de la autoridad, le da instrucciones al rector de la universidad de Panamá, en un flagrante delito y un irrespeto mayúsculo.
Un presidente grosero que, le importa un bledo con el estado de derecho. Y pasarse un fallo de inconstitucionalidad de la Corte Suprema de Justicia, por sus partes pudendas, representa un desafío que no rechaza, aunque esté establecido en la propia Constitución y la Ley que, ese es un delito por el cual puede ser destituido por la Asamblea Nacional o en última instancia por el pueblo que ha venido a constituirse en víctima del que no conoce la hidalguía, el decoro y la decencia.
El país nuestro y el pueblo valeroso que habita esta hermosa y bendecida tierra, no merece a impostores, mentirosos, groseros y genuflexos sino, a personas de principios y valores entre el que sobresale servir a la nación y al pueblo sin tener que ser ofensivos, sino todo lo contrario y buscar ante todo, la armonía y la unidad nacional.
Mañana comienza el camino para defender la Libertad, la democracia, la soberanía, la solidaridad y dignidad nacional.
¡Así de sencilla es la cosa!
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