Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Belisario Porras Barahona
La semana pasada concurrí a la Asamblea Nacional a exponer ante la Comisión de Salud nuestro aporte en la etapa de consulta dentro del primer debate al proyecto de Ley 163, sobre la Caja de Seguro Social.
El Presidente José Raúl Mulino, pienso que mal aconsejado, no desaprovecha oportunidad para denostar la comparecencia de los ciudadanos. Ofende cuando dice que las personas que concurren, hablan desatinos, dado que por amplia mayoría cuestionan los propósitos ocultos del proyecto de Ley, de seguro que, si respaldaran “su” proyecto, hablaría bellezas de quienes exponen y encontraría piropos para endilgarlos. El señor Mulino ha pasado de un primer discurso, en el que, de manera vana, trató de convencer a la población sobre las supuestas bondades de su proyecto a otro distinto. En este último priva la intolerancia, la descalificación, la diatriba y cada vez más la amenaza contra los asegurados, especialmente hacia los pensionados.
Se pierde el sentido de un presidente que se precie como tal y que está constreñido a respetar a los ciudadanos y a tenerlos en cuenta en el marco de una democracia.
Los que han ido a presentar sus opiniones, lo han hecho cumpliendo un deber cívico y nuestra constitución política, ampara tal ejercicio.
Bien lo decía uno de los más ilustres panameños que fue electo tres veces presidente de la república, Belisario Porras Barahona, cuando sentenció que:
“En donde no existe la libertad política, habrá una manada de esclavos, pero no un pueblo de ciudadanos”.
La firmeza de carácter no tiene nada que ver con la grosería, ni el país es una finca, ni el presidente su mayoral.
Ojalá el presidente Mulino pudiera comprender que, quien ejerce la primera magistratura de la nación debe empeñarse en promover la unidad de la nación y el respeto a los ciudadanos, no a denostarlos y mucho menos a hacer gala del rofeo que raya en pichón de dictador.
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