Esta es la historia del primer título obtenido por Los Santos en 1972, descrita con pasión y nostalgia por el hacedor del béisbol santeño, Domingo ‘Mingo’ Castillo.
La década de los setenta fue de gran significado para la pelota nacional; marcada por acontecimientos que redundaron en el exitoso desenvolvimiento de los campeonatos nacionales de la categoría mayor.
Uno de ellos fue el fin del dominio que, hasta ese momento, ejercía la representación capitalina, dándole paso a otros protagonistas que contribuyeron en forma contundente al desarrollo de nuestro béisbol.
Estos protagonistas fueron las provincias de Los Santos y Chiriquí que obtuvieron, entre ambas, cinco de los diez títulos repartidos, además de los dos que logró Herrera, un viejo conocido en estas lides de ganar títulos.
Efectivamente, Los Santos y Chiriquí escribieron sus nombres con letras de oro, en una disciplina que se convertiría en el deporte rey del pequeño país centroamericano.
Ambas obtuvieron sus primeros galardones después de casi tres décadas de participación, demostrando ciertos avances en este deporte, mientras que otras representaciones se iban rezagando.
Esta es la historia del primer título obtenido por Los Santos en 1972, descrita con pasión y nostalgia por el hacedor del béisbol santeño, Domingo ‘Mingo’ Castillo.
Nuevo sistema de juego
“Tuve que esperar 29 años para ganar el primer título, cuando se trajo los partidos al interior del país, algo que fue bastante difícil, pero que dio resultados”, señaló Castillo.
“Allí fue el resurgir del béisbol nacional”, acotó.
Efectivamente, en esa década se implementó un nuevo sistema de juego, con una serie regular de todos contra todos, como era el formato original, pero agregando una final con los cuatro mejores equipos.
Además, la fase regular se desarrolló en varios estadios del interior del país (Santiago, Aguadulce, Las Tablas, Chitré) y de Panamá, con la serie final totalmente en la capital.
Fue un año en el que Los Santos resultó espectacular, ya que ganó 17 partidos consecutivos, los primeros trece en la primera fase y los cuatro de la final. La racha continuó en la temporada siguiente, cuando ganó los primeros cuatro.
“Fue una marca para la historia de los campeonatos nacionales. El único partido que perdimos fue el primero frente a Veraguas por marcador de 6 carreras a 2, con Santander Pérez como victorioso”, recordó.
‘Mingo’ Castillo, en ese momento presidente de la liga provincial, refirió que Panamá era el equipo a vencer y no solo por sus cuatro títulos seguidos, sino porque estaban cerca de la pelota profesional y si bien no jugaban, “se les pegaba la malicia, la picardía”.
“Ellos viendo ese tipo de pelota y nosotros, nunca”, añadió.
Emilio Castro, la clave
Es por esta situación que Castillo ponderó el trabajo que hizo el equipo, con la dirección de Ildemaro Robles, en una época en que la nómina era de solo 20 peloteros.
“Los peloteros jugaban casi todos los días porque eran muy pocos, entrenados solo por Robles y Roberto González; no como ahora que hay un barranco de gente como técnicos”, dijo.
Para Castillo el éxito se dio por la combinación de la ofensiva con el cuerpo de serpentinas, liderados por Eugenio Fuentes, Justiniano Cedeño y Felicio Solís.
Ese año, Fuentes fue el mejor en ganados y perdidos (5-0) y en efectividad (0.00), mientras que Cedeño y Solís ganaron otros tantos encuentros.
A la ofensiva, Bredio Cedeño compartió el liderato en jonrones (3) y Emilio Castro fue el mejor en anotadas con 19.
“Ese equipo se constituyó en una gloria para la provincia”, añadió.
Destacó el aporte que -en ese momento- hizo el béisbol de la Villa, con jugadores como Fuentes, Castillo, Leovigildo, Oldemar, ‘Guarapo’ Garrido, Vergara y Salado.
“Ese nicho lo perdimos, al igual que el estadio ‘Payito’ Paredes que está en el abandono, con las torres que se cayeron corroídas por el óxido”, informó.
Sostuvo que la figura clave del equipo de 1972 fue el profesor Emilio Castro, “por su roce internacional, por su fundamento en las técnicas. Aquí antes era batear, correr y apañar, hasta que poco a poco nos fuimos tecnificando”.
“Emilio fue el mejor jugador ese año. Eugenio también, pero debes comprender que solo aparecía en tres o cuatro juegos y, aunque Castro no ganó un título de bateo, era muy inteligente para jugar”, precisó.
‘Mingo’ también tuvo palabras de elogios para Justiniano Cedeño, de quien dijo fue “un gran curveador, un bárbaro en la loma”, y para Felicio Solís a quien catalogó de muy inteligente. “Nunca te repetía un lanzamiento”, aseveró.
El partido memorable
Eugenio Fuentes blanqueó a Panamá, 4 carreras por 0, en el partido final celebrado en el estadio Juan Demóstenes Arosemena, ante más de 10,000 fanáticos.
Fuentes, quien alcanzó su segunda victoria en la serie final y su séptima en el torneo, espacio seis imparables y boleó a dos. Además, ponchó a once capitalinos.
Tres carreras en la cuarta entrada por parte de los ganadores, fueron suficientes para asegurar el partido.
Imparable de Castro y doble de Ramiro Cedeño, abrieron las puertas para que Bredio remolcara las dos primeras anotaciones con un triple. Después anotó la tercera rayita por doblete de Elicinio Castillo.
La cuarta carrera se registró en el quinto acto por Castro, quien luego de embasarse se estafó la segunda, la tercera y después el plato.
Los peloteros campeones, fueron: Francisco Vergara, Justiniano Cedeño, José Garrido, Eugenio Fuentes, Melquiades González, Raúl Cedeño, Moisés Espino y Felicio Solís (lanzadores).
Además, Bredio Cedeño y Leovigildo Cirraguista (receptores); Emilio Castro, Ramiro Cedeño, Ricardo Regalado, Samuel Quintero (cuadro interior); y Elicinio Castillo, Iván Castillo, Oldemar Cigarruista, Abraham Gutiérrez, Florentino Salado y Edwin Moreno (jardineros).
Jugar, jugar y jugar
No obstante, el gran éxito que tuvieron esa temporada se lo otorgó en términos generales a tres cosas: “jugar, jugar y jugar, así de simple”, dijo Castillo.
“Era un convencido como cabeza de grupo de que había que jugar. En 1971 sabíamos que estábamos llegando a la meta. Sabíamos también que la perfección en el béisbol se lograba con jugar todo el tiempo que pudiéramos”, manifestó.
“Teníamos dos ligas en Las Tablas. El nacional terminaba en marzo o abril y ya en mayo empezábamos a jugar. Imagínate que entre la liga invernal ‘Olmedo Solé’, que era como de corregimiento, y las otras ligas, los peloteros alcanzaban alrededor de 300 turnos”, señaló.
“Todo el año nos las pasábamos jugando y también contamos con las transmisiones de (Enrique) Quique De León, que motivaba a la gente”, abundó.
Explicó que mayormente las ligas se desarrollaban en La Villa, con Ildemaro Robles; en Guararé, con Joaquín Franco; y en Las Tablas, con él, aunque la invernal solo se efectuaba en esta última.
“Realmente fue un gran año. Le enseñamos a todo Panamá que, en béisbol, nosotros los cholitos ya estábamos aprendiendo”, concluyó.
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