Por: Juan Carlos Mas
La Caja de Seguro Social no deja de ser tema de comentarios por cuanto que además de ser la principal institución recaudadora de ingresos en el país, aún más allá del Canal de Panamá, ella es como un espejo de los males del país, encontrando escollos en el camino del aprovisionamiento y la falta más grave aún es que la ruta y destino del proceso no son ni bien asignados ni comprendidos.Los aspectos que el público comprensiblemente llama mafiosos están constituidos por: 1- la primacía de los oferentes de productos que son de uso necesario y los cuales la Caja se ve obligados a adquirir por fuerza ya que no existe resorte legal que le permita adquirir lo que necesita allí en donde se le encuentre mejor precio ya sea dentro del espacio nacional o en el extranjero; 2-La mafia de los oferentes de servicios privados cartelizados, es decir que se ponen de acuerdo para ofertar precios; 3-la mafia de los oferentes de servicios públicos ralentizados.
Otro aspecto muy importante no comprensible para la ciudadanía y sobre todo los usuarios, es la brújula inapropiada de los luchadores gremiales que existen dentro de la institución quienes circunscriben sus demandas a dos tipos de formulaciones: a- La exigencia de mejores condiciones de trabajo (estos incluye equipos, laboratorios, servicios radiológicos, medicamentos, reglamentaciones de la forma de trabajo y facilidades de acceso y comodidades del área de trabajo, etc.); b- la exigencia de mejores condiciones de empleo o remuneración.
Por supuesto toda la dinámica de la reclamación anterior cabalga y se potencia al ir acompañada de las denuncias de las situaciones y acciones de parte del funcionariado que impiden la entrega eficaz, eficiente, oportuna y continua de las prestaciones reclamadas por los derechohabientes. Esta combinación de ineficiencia con negligencia es agrupada bajo la categoría de corrupción
Todo esto es legítimo de parte de los denunciantes gremiales, pero no basta ya que no se agrega la orientación final del trabajo en el sentido de disponibilidad y accesibilidad de los servicios. Este déficit de las reclamaciones que no insiste en el cambio de la orientación prevalente basada en el centralismo mega- hospitalario es definitorio para marcar un déficit en la formulación de la lucha gremial. En suma, la institucionalidad existente, constituida por los directivos institucionales y dirigentes gremiales, ha demostrado su ineficacia para la entrega del producto salud llevándolo proactivamente a todos los rincones del país.
No leemos ni escuchamos propuestas relativas a las modificaciones necesarias para que la institución, gracias a una certera definición de sus objetivos de trabajo, sobreviva sin sucumbir a la ola privatizadora. Esto no lo vemos por ningún lado. El programa de trabajo se circunscribe a la denuncia de la corrupción. Pero, ¿es esto suficiente? ¿Qué hay del perfil del país que necesitamos?
Existe en el campo sanitario un atraso de treinta años durante los cuales las organizaciones gremiales se han circunscrito a la mejora de su inserción en el campo laboral público y privado. Falta ahora la propuesta de reforma real formulada con vista hacia la población. Exhortamos a los luchadores gremiales a incorporar esta visión estratégica. No olvidemos que una población sana y calificada es el resorte real de la productividad nacional. Los sectores de salud y educación deben tener una relación simbiótica a favor del desarrollo nacional. Hasta ahora no han asumido con responsabilidad toda la potencialidad de este papel y deben superar esta herencia atávica.
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