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Elecciones de mayo: Una solución temporal a un problema permanente.

Por: Isis Jaén

 

Me gustaría mucho decir que la corrupción es una niña malcriada que se pasea por las calles y veredas de este país haciendo berrinches en cada esquina sin que muchos hagan algo al respecto para detenerla, pero la corrupción es una anciana, más vieja que Matuzalén, que no sólo se niega a morir, sino que con los años se vuelve más sabia y también descarada. Se aferra a su puesto en la sociedad como la debutante más querida. Y no importa lo que tenga que hacer para quedarse en ese lugar, lo hará: acuerdos de trastienda, sobornos, amenazas y su arma más poderosa: ‘El baño con regadera», como diría un difunto general, uno de los mejores argumentos para mantenerse en el poder.

Años de dictadura crearon el brazo civil de una democracia inexistente, pero duraron lo suficiente para afincar su lugar en las mentes y las conciencias de varias generaciones.  Luego de terminada esta etapa, le tocó el turno a los civiles, hambrientos de poder y riqueza.  ¡Sí que la aprovecharon! No hubo un muerto al que no le mandaran una docena de flores, pero cobraron tres. No hubo puente, ni hospital imaginario, pero bien pagado, que no hiciera a ricos más ricos y a pobres en nuevos ricos. Los sobrecostos, las bien probadas «coimas», algunas disfrazadas de donaciones, otras travestidas de «limosnas «, que varios grupos religiosos recibieron sin ruborizarse y poniéndole una manta encima al crucifijo intentar evitar que Dios se diera cuenta.

Pero la corrupción no es egoísta, ella está diseminada en todos los estratos sociales de este país, desde tu vecino que roba energía eléctrica, el docente que se acuesta con sus estudiantes, el obrero que cobra por dejar pasar un auto durante una protesta, el médico que se lleva instrumentos y medicamentos para usar en su clínica privada, el religioso que viola menores y…La lista es tan larga que faltaría tinta para poder terminarla.

¿Dónde están los corruptos? En el Órgano Ejecutivo, en el Legislativo y en el Judicial, en las iglesias, al frente de una clase en un centro educativo, atendiendo en los consultorios médicos del estado, es tu vecino, tu hermano, tu tío, tu madre…Sólo no queremos verlos, lo que nos hace cómplices de todo lo habido.

Un corrupto sabe mimetizarse con el ambiente: Está marchando contigo en las protestas «pro familia» y cuando llega a la casa, viola a su hijastra, está dando la comunión antes de enseñarle a tu hijo varón dolorosas clases de anatomía tras la sacristía, es el encorbatado docente que lleva sus estudiantes a un recorrido por las casas de ocasión, es el médico que hurta, el amigo que calla…

Cualquiera diría que, tras semanas de protestas y unión de muchos por una causa común, la experiencia nos augura mejores elecciones en la próxima contienda electoral, pero no es del todo así.  Los gobiernos han sabido acomodar las leyes a su medida para no ser desplazados, así que, con mucho esfuerzo tendremos que lograr la democracia soñada. Un paso a la vez, un corrupto a la vez.

En la próxima contienda electoral el partido gobernante tiene cuatro candidatos: el oficial, el verde, el naranja y la independiente. Luego tenemos a los tres de la extrema derecha y por último la única opción de izquierda.

¿Quién ganará las elecciones? Les tengo malas noticias: «cualquiera». ¿Por qué? Por el voto disperso. Son tantos candidatos que cualquiera con el 20% de los votos o menos, puede convertirse en el próximo presidente de la República de Panamá.

La Corrupción salió a pasear y se encontró con la Verdad.

«¿A dónde vas tan alegre?» Le preguntó la Verdad.

«A comprar conciencias», Le respondió la Corrupción.

«¿Y no te da vergüenza después de tantos muertos y afectados?» Le preguntó la verdad.

«Te diré un secreto, pero no se lo digas a nadie», le dijo la Corrupción a la verdad: «Los muertos y afectados sólo son estadísticas, que me permiten seguir ganando dinero».

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