“Ya estamos instalados en Panamá, sin un rumbo cierto, sin nada nada seguro, sólo la seguridad de llegar. Han pasado cosas increíbles. Por parte: llegamos y no pasaba nada, tranquilamente el vista de aduanas revisó nuestras cosas, el otro empleado selló y retuvo los pasaportes y salimos rumbo a Panamá City desde Balboa, el puerto donde desembarcamos. El “gordo” Rojo había dejado la dirección de una pensión a la que fuimos a parar donde nos acomodaron en un pasillo por un dólar diario a cada uno.”
Como era su costumbre Ernesto, cuando llegaba a un nuevo país intentaba contactar con alguna persona, si era posible de izquierdas. Uno de esos contactos era Adolfo Benedetti Evers. Este último enterado de la visita de dos argentinos supuestamente exiliados del gobierno del general Perón, organiza la recepción de los mismos. Everardo Ernesto Tómlison Hernández nos cuenta en su libro “El Che Guevara en Panama”, como fue ese primer encuentro: “Un buen día Adolfo Benedetti Evers nos sorprende con la noticia que habían llegado al país, perseguidos por el gobierno peronista, dos jóvenes argentinos que necesitaban de nuestra ayuda para encontrar alojamiento y comida, mientras durase su permanencia en Panamá….Desde aquel momento una ola de inquietud se apodero del grupo. En la mesa del café “Coca Cola” alrededor de la cual se encontraba Isaías García, Rómulo Escobar, Luis Ayala Gómez y Adolfo Benedetti comenzaron a trazarse planes en procura de ayuda para los perseguidos por el régimen peronista; pero todos los planes e ideas se estrellaban contra la dura realidad: la falta de dinero de los integrantes del grupo y las pocas facilidades de las cuales disponían para alojar en sus propios hogares a los sureños….Tan pronto llegue al café, Rómulo Escobar se adelantó para informarme de lo sucedido y sugerir que hospedara a los argentinos en mi casa… Percatado de la situación no pude menos que solicitar al grupo me permitiera consultar el asunto con mi madre y hermana antes de prometerles nada a ellos y por consiguiente, a los argentinos….Me despedí del grupo indicándoles que en horas de la tarde tendría la respuesta.”
El grupo de estudiantes, la mayoría de ideas comunistas, comenzaron a realizar una colecta, para invitar a los dos argentinos. Por aquellos tiempos la Federación Universitaria Argentina FUA, estaba enfrentada con el general Perón y tenía mucha influencia en el resto de federaciones universitarias de América latina. Por ello, aquellos estudiantes panameños asociaron erróneamente, que los dos argentinos eran exiliados. Guevara tenía una opinión crítica de Perón, desde una óptica marxista, diferenciada de la del Partido Comunista Argentino, mientras que “Gualo” García era un activista estudiantil y opositor al gobierno justicialista.
Los jóvenes panameños tenían previsto llevarlos a comer a un pequeño restaurant ubicado en la Calle C, entre las Calles 12 y 13. Estaba frente al Parque de Santa Ana, donde servían una sopa de pata deliciosa, al módico precio de treinta centavos.
Everardo Ernesto Tómlison cumplió su palabra y encaró a su familia: “Aproveche la ocasión – nos cuenta- para plantearle a mi madre y a mi hermana la situación de los dos argentinos…. Hubo un instante de silencio porque las dificultades económicas nuestras no era, en modo alguno holgada….Sin embargo, mi madre luego de analizar la situación manifestó: – Ciertamente no contamos con los medios suficientes para atender a persona alguna fuera de nosotros tres; pero debemos tener en cuenta que esos muchachos tienen menos que nosotros y como muy bien dice el refrán, donde comen dos comen tres.-“
Los jóvenes, mientras no tenían confirmada la casa de Everardo, los habían alojado temporalmente en un sitio bastante tétrico, al cual le llamaban el “Bloque de los caballeros”. Se trataba de un edificio desocupado, ubicado frente al café Coca Cola que no disponía ni de corriente eléctrica, ni de agua. Los servicios sanitarios, por ende, dejaban mucho que desear. En este sitio se alojaban algunas personas que no tenían otro lugar donde guarneserce. No tardo mucho de regresar Everardo al bar, para encontrase con sus amigos y los dos argentinos que había llevado Adolfo Benedetti. Este último fue el encargado de presentárselo a Everardo cuando llego al bar. Benededetti le dijo -Mira Everardo, estos son los dos argentinos de quien hemos venido hablando y que gracias a la bondad de tu madre y de tu hermana podrán desde hoy alojarse en tu casa.- Se saludaron con un fuerte estrecho de manos y decidieron tomarse algo antes de partir a la casa. Cada uno pidió lo que deseaba; pero cuando le toco a Guevara hacer su pedido, solicito que le sirvieran un tinto. La Ñata que era la dueña del bar y una autentica institución en la ciudad, tomó el pedido a regañadientes, porque al parecer no le habían simpatizado los dos extranjeros. Cuando ya estaba a punto de retirarse para cumplir el encargo, Guevara se apresuro a repetir: -Yo quiero un tinto-. Hizo una pausa y agrego: – Y un bollo. Che vieja, y un bollo – recalco.
Si a la Ñata no le había caído bien la presencia de los dos argentinos, el inesperado y extraño pedido la saco de sus casillas.
Con voz fuerte de enojo le respondió: – Mire, joven en primer lugar no soy una vieja y en segundo lugar si desea comerse un bollo vallase al Mercado Publico porque allí venden toda clase de bollos, inclusive los bollos preñados que traen de La Chorrera. Ernesto desconcertado por la respuesta de la Ñata se apresuro a pedirle disculpas. Ernesto se desvivió en explicaciones diciéndole que en su país la palabra viejo, en muchos casos se utilizaba con cariño. Agregando que en la Argentina un bollo es un dulce. La Ñata a pesar de las disculpas, no quedo muy contenta con esta primera metida de pata de Guevara.
Rómulo Escobar intervino entonces para aclararles a los argentinos que en Panamá, un dulce era un dulce y un bollo era un alimento hecho de maíz amarillo rallado, cocinado y envuelto en hojas de tallo. Agrego que era uno de los alimentos típicos de Panamá, al igual que la tortilla, los hojaldres, la carimañola y la morcilla. Como de costumbre los dos amigos estaban sin dinero para sobrevivir y seguir el viaje. No tenían nada más para vender. Todo había sido liquidado en Guayaquil. Solo contaba Guevara con la posibilidad de vender algún artículo periodístico, relatando sus aventuras o dar alguna conferencia sobre su especialidad médica. Everardo Tómlinson cuenta la estancia de los dos viajantes en su casa, por unos días: “Tal como lo había dispuesto mi madre, el cuarto desocupado por mi hermano mayor fue acondicionado para que Guevara y “Gualo”, se alojaran allí. Tanto mi madre como mi hermana simpatizaron con los dos argentinos tan pronto se los presente. Ambas los acogieron con cariño (…) Una cuestión que siempre llamó mucho la atención de mi madre fue el hecho que Guevara y “Gualo” García permanecían hasta altas horas de la madrugada, discutiendo y tomando mate. Para ello, mi hermana, por instrucciones de mi madre, les tenía permanentemente agua caliente preparada para que pudieran librar la hierba mate que habían traído desde la Argentina.”
Tanto el Gordo Rojo como Valdovinos habían llegado varias semanas antes a Panamá, con el fin reencontrase con Ernesto y “Gualo”. Ante la tardanza de estos dos, continúan hacia Guatemala. El propio Ricardo Rojo nos relata: “Habíamos decidido continuar viaje. Al cabo de veinte días en Panamá, donde esperamos infructuosamente a Guevara y “Gualo” García. Panamá hervía de calor y de convulsiones antinorteamericanas. Era una temperatura que se alimentaba con las pasiones políticas, y unas pasiones políticas que se recalentaban en el húmedo calor del canal. Pero la idea de que allí el clima como la situación política no podían cambiarse, tornaba obsesionante el contacto con ambas cosas y, después de tres semanas durante las cuales nos asistió la solidaridad de los estudiantes, resolvimos partir”.
Ernesto Che Guevara
En el tiempo que estuvieron en Panamá, Valdovinos se enamoro de una hermosa panameña de nombre Luzmila Oller Arango.
“Ese día no pasó nada nuevo, pero al siguiente nos encontramos con la gran sorpresa: al abrir las cartas en el consulado argentino hallamos una de Rojo y Valdovinos en la que nos anunciaban el casamiento de este último. Quedamos intrigadísimos hasta que se presentó la niña Luzmila Oller que nos contó el casamiento y sus cosas. Han producido una revolución en la familia, el padre se mandó mudar de la casa, la madre no lo recibió y el tipo siguió viaje a Guatemala sin echarse un polvo ni, al parecer, una franela en serio. La chica muy simpática parece bastante inteligente, pero es demasiado católica para mi gusto.” Con estas palabras muy argentinas, describe Guevara los acontecimientos. Ernesto como “Gualo” quedaron impactados con el casamiento relámpago de Valdovinos por el civil, con la joven Luzmila Oller. Esta era hija de una familia destacada de Panamá, su padre tenía una importante trayectoria en la vida política de su país, siendo por aquel entonces diputado nacional. A pesar del fulminante amor de Valdovinos con Luzmila, el enamorado se marchó con Ricardo Rojo rumbo a Guatemala, quedando esta a la espera de su regreso. Con el apuro el joven matrimonio se caso solo por lo civil, prometiéndole Valdovinos que cuando se reencontraran en Guatemala, lo harían también por la iglesia.
“El cónsul argentino tal vez nos arregle el fato, -apunta Guevara- tal vez podamos escribir en una revista llamada Siete, tal vez dé una conferencia y tal vez comamos mañana.”
Luego continúa el relato unos días después: Nada nuevo salvo que mañana doy una conferencia sobre alergia un poco tamizada y mezclada con organización de la Facultad de Medicina en Buenos Aires. El recibimiento del alumnado fue bastante caluroso. Conocí a Don Santiago Pi Suñer, el fisiólogo y conocimos, fuera de tema, al Dr. Carlos Guevara Moreno quien me impresionó como un demagogo inteligente, muy conocedor de la psicología de las masas pero no mucho de la dialéctica de la historia. Es muy simpático y cordial y nos trató con deferencia. Da la impresión de que sabe lo que hace y adonde va, pero no llevará una revolución más allá de lo estrictamente indispensable para contentar a las masas. Es admirador de Perón. Tal vez coloquemos dos artículos uno en la revista Siete y otro en el suplemento dominical Panamá-América.”
Tanto Santiago Pi Suñer, como Carlos Guevara Morenos, eran dos exilados radicados en Panamá. El primero era un militante destacado del partido Izquierda Republicana, que había dirigido el ex presidente de la República española Manuel Azaña. Luego se exilia en Francia, Bolivia y Panamá donde trabajo en la universidad. El segundo Carlos Guevara Morenos, era un político socialdemócrata ecuatoriano, que tenía su base política en Guayaquil, ciudad esta de tradición obrera y revolucionaria.
“Ya di la famosa conferencia –señala Ernesto- ante un público de 12 personas, incluyendo al doctor Santiago Pi Suñer, 25 dólares. Escribí una crónica sobre el Amazonas, 20, y una sobre Machu-Picchu, probablemente 25. Nos vamos a cambiar de casa, a una gratis. Conocimos a un pintor jovencito, no mal tipo. A los muchachos los están por expulsar de la FUA por haber ido a los consulados y haber viajado en un avión de la fundación desde Guayaquil a Quito y a Valdovinos lo tienen cogido en Guatemala porque se mandó una declaración a nombre de “unos jóvenes antiperonistas argentinos”. No sé cómo se las van a arreglar. Fuimos a un paseo con Mariano Oteiza, el presidente de la Federación de Estudiantes de Panamá, estuvimos en la playa, en Riomar, muy agradable.”
Ernesto como era su costumbre, aprovechaba para conocer todo lo que podía, de cada país que recorría. Aburrido de estar en la capital y después de visitar varias veces el canal, sus amigos lo llevaron a ver Playa Rio Mar. Es una de la más hermosas de este país, sobre la costa del Pacifico. La misma se encuentra a unos 96 kilómetros de la capital. La playa principal es bien amplia y tiene 600 metros de largo y su arena es una mezcla de arena blanca y negra. Lo que la hace especial, es que está completamente bordeada, con arrecifes altos de colores blanco y amarillo.
El propio Guevara nos sigue comentando: “Ha salido en el Panamá-América la crónica sobre el Amazonas, la otra está peleando. Nuestra situación es mala. No sabemos cómo podremos salir de aquí y en qué forma. El cónsul de Costa Rica es un pelotudo y no nos da la visa. Conocimos a un escultor, Manuel Teijeiro, interesante el hombre. La lucha se vuelve pesada. Como pintor a Sinclair que estudió en la Argentina, buen tipo. Lo mejor hasta ahora, el trío integrado por Adolfo Benedetti, Rómulo Escobar, Isaías García. Todos muy buenos muchachos. Todavía no conocemos bien el canal, el otro día fuimos, estaba cerrado por ser muy tarde. Hay que agregar binomio: Everaldo Tómlinson, Rubén Darío Moncada Luna.”
Aquellos jóvenes serian posteriormente destacadas personalidades políticas o culturales de Panamá. Isaías García por aquellos años era un destacado dirigente de la juventud del Partido del Pueblo (comunista), luego se convirtió en profesor de filosofía e historia. Adolfo Benedetti se destacó como un importante abogado de su país. Otro de aquellos líderes estudiantiles, Rómulo Escobar fue posteriormente Rector de la Universidad de Panamá en el periodo (1968-1989), negociador de los Tratados Torrijos-Carter (1977) y estrecho colaborador del presidente panameño Omar Torrijos. Mientras que el artista plástico Alfredo Sinclar fue el pintor más reconocido de su país. Con Sinclar hablaban de Buenos Aires, donde había estudiado en la Escuela Superior de Bellas Artes entre 1947 y 1951. El tema recurrente era el gobierno del general Perón. Al regresar a su país funda la escuela de Bellas Artes de la Universidad de Panamá. El otro de los artistas que frecuento, llegando a estrechar una muy buena relación, fue con el escultor guatemalteco Manuel Tejeiro, que estaba casado con la destacada poetisa Esther María Osses. En la casa de ambos Ernesto durmió una de las noches. María Osses había estudiado en la Argentina y mantenía estrechos vínculos afectivos y literarios. Escribía con frecuencia en diarios como La Nación, El Hogar, Crítica y Clarín. A parte de sus distintos libros de poesías y artículos de opinión es la autora de La Novela del Imperialismo en Centroamérica.
Entre las amistades que realizó en este país están también con los abogados Rubén Darío Moncada Luna y Everaldo Tómlinson, que se convertirían en figuras prominentes de la abogacía panameña.
“Los últimos días de Panamá fueron al pedo. -Relata Guevara- El cónsul de Costa Rica no nos quiso dar la visa si no presentábamos además del boleto de salida otro de entrada al país y necesitamos que Luzmila nos prestara la plata. La máquina de fotos no la pudimos sacar y tampoco devolver el pasaje a Costa Rica por la PAA. Una fiesta de despedida que le dieron a Luzmila nos la perdimos, mejor dicho la perdí yo, porque “Gualo” estaba acomplejado por la forma en que nos miraban y no quería ir, al final Luzmila un poco fría. Por la segunda nota me dieron 15 dólares, gracias a la fuerza que hizo otro buen tipo: José María Sánchez.”.
Uno de los bares preferidos de Ernesto y Gualo era el emblemático café Coca Cola, en el barrio histórico de San Felipe, donde paraban los intelectuales, políticos y la bohemia panameña. Allí se podía comer o tan solo tomar un café o una cerveza. Años después pasarían por aquel histórico bar Pablo Neruda y Juan Domingo Perón, entre otros. Los clientes generalmente degustaban los platos populares, como arroz con menestras, carne guisada, lengua, pollo, ensaladas de papa o legumbres, acompañado de una bebida natural y, por supuesto, el café que no podía faltar.
“Contagiaba con su conversación, en todo momento, amena, pues la matizaba con anécdotas de la experiencia adquirida en su periplo vital en Argentina (…) Cuando nos encontrábamos en el café Coca Cola la conversación siempre derivaba hacia los temas políticos. La mayoría del grupo estudiantil pertenecía al Círculo de Estudios Marxista que dirigía Moisés Chong Marín, por lo tanto nuestros análisis de la situación nacional e internacional se hacían en forma dialéctica, considerando todos los factores externos e internacionales que pudiera intervenir en ella. Uno de los temas que mayor atención atrajo y que fue motivo medular en nuestras discusiones, fue el tema del peronismo.” Nos relata Everardo Tómlinson. También los dos amigos visitaron el viejo restaurant El Gato Negro, que está ubicado en el casco antiguo de la ciudad, donde también era frecuentado por la bohemia panameña.
En el Astoria un bar de la ciudad muy cerca del local del Partido del Pueblo (comunista) mantenía con ciertas precauciones, las reuniones con los dirigentes de la juventud de este partido, que estaban perseguidos. En todos los países que visitaba, sentía una obligación profesional de conocer los hospitales dedicados a atender a los enfermos del Bacilo de Hansen (lepra). Durante su estancia en Panamá visito el Leprosorio de Palo Seco, a orillas del Canal. Este edifico sanitario fue construido en 1907 por los norteamericanos, cuando comenzaron a construir el canal. A pesar de estar cerca de la capital, estaba ubicado en un lugar muy aislado. El complejo hospitalario tenía ocho edificios, uno para hospital, dos para los pacientes, uno para el Superintendente y otros dos para el personal. La única manera de llegar era en lancha. No se permitía visitas de afuera y menos que los enfermos salieran. Un médico visitaba una vez al mes y dispensaba los tratamientos de la época, para la enfermedad milenaria.
Los primeros años las normas eran muy rígidas casi carcelarias, hasta que en 1927, nombran como superintendente al Dr. Ezra Hurwitz. Por aquel entonces llego a haber casi 150 internados. Guevara nos cuenta la visita al hospital: “Visité Palo Seco en forma relámpago. Hay una pareja de judíos americanos que viven desde hace 20 años allí. No parecen tener grandes conocimientos pero se dedican exclusivamente a los enfermos. Rubén Darío Moncada no acertó sino a medias. El chofer resultó más malo que pegarle a la madre y en una curva en que fallaron los frenos nos tumbamos. Yo iba en la parte de arriba y cuando vi el desastre me tiré lo más lejos posible y rodé otro poco hasta quedarme quietito prendida la cabeza con las manos. Cuando pasó el barullo corrí a ayudar a los otros y constatar que nadie tenía nada salvo yo, que salí con un codo pelado, pantalón roto y el talón derecho muy dolorido. Esa noche yo dormí en casa de Rogelio, el camionero, y “Gualo” en el camino cuidando las cosas.”
Guevara y Fidel
Ezra Hurwitz había nacido en Kansas City, Missouri, trabajó durante la Primera Guerra Mundial en el cuerpo médico del ejército de los EEUU y después hizo su internado en Chicago. Llego al Istmo como médico asignado al Hospital Ancón. Al poco tiempo se casa con Ida de Castro y es enviado como medico al Hospital de Palo Seco. Allí encontró un grupo de enfermos, rechazados por la sociedad viviendo, una vida monótona y dispuestos a morir por los estragos de la lepra. Este médico joven y con un espíritu humanitario, de raíces judías, luchó para cambiar aquella injusta situación. Influyó en las autoridades para que mejoraran las condiciones sociales de los reclusos. Consiguió que les proveyeran de implementos para que pudiesen hacer huertos y producir comida que después el hospital les compraba y que tuvieran sus fuentes de ingreso. Arreglo para que se hiciera una “tiendita” donde se traían enseres y cosas útiles y que los enfermos pudiesen comprar sus propios artículos. Instaló tambien un sistema de monedas, cada uno con su valor, como medio de cambio de efectivo en el lugar. Ernesto conociendo los comentarios sobre este hospital, solicita que sus amigos universitarios, lo lleven a presenciar aquella experiencia médica comunitaria.
La idea de Ernesto y Gualo era viajar en barco hasta Costa Rica y desde allí a Guatemala. Ante la falta de dinero, sus amigos comunistas deciden realizar una colecta, nos relata Tómlinson: “Una noche en que nos encontrábamos solos Rómulo Escobar Bethancorrt, el poeta Rubén Darío Moncada Luna y yo estudiamos la posibilidad de llevar a los argentinos hasta La Boca, donde funcionaba el ferry que conectaba la ciudad capital con el resto de la República, con el objeto de conseguir que algunos de los camioneros que viajaban hasta Chiriqui nos hicieran “la gauchada” de trasportarlos hasta la provincia limítrofe con Costa Rica. Rómulo Escobar, le consigue algunos contactos de camioneros para llegar hasta la frontera con Costa Rica. Deja su maleta en Panamá, con varios libros, algunos son ediciones de las lenguas indígenas bolivianas de enfermedades alérgicas, así como otras pertenencias. Por la tarde sus amigos después de la despedida, con gran sorpresa, se lo encuentran en un café. Rómulo Escobar le pregunta acerca del motivo de su abandono del camión o si el chofer lo había puesto en el suelo y contesta que se había enterado de la llegada a Panamá de la reina de Inglaterra y que “su majestad” iba a pasar por la avenida central y que quiera verla.
Su deseo no fue posible porque la Reyna Isabel II que realizaba su primer viaje al exterior, después de ser coronada, retraso su visita y tuvieron que marcharse rumbo a Costa Rica.
“Partimos de Panamá con cinco dólares en el bolsillo, conociendo en el último momento a una figura interesante: Ricardo Luti, cordobés, botánico y asmático, que ha estado en el Amazonas y en la Antártida y piensa hacer un viaje recorriendo América por el centro y a través del Paraguay-Amazonas-Orinoco, mi vieja idea. Ahora estamos en el centro de Panamá, con los muelles del camión que nos conducía completamente rotos y sin señales del camionero que fue a David a buscar repuesto y no vuelve. Nos desayunamos con un poco de arroz y un huevo. De noche los mosquitos no dejan dormir, de día los mosquitos no dejan vivir (poético). Es una zona de relativa elevación no del todo caliente con chaparrones de árboles y de agua.” Relata el Che.
El recorrido de los dos argentinos no fue fácil. Tuvieron que sortear muchas dificultades y muchos kilómetros de recorrido
“Al día siguiente -agrega Ernesto- perdimos el tren de las 2 de la tarde y debimos conformarnos con el de las 7 de la mañana del otro día, llegar a Progreso y de allí “tirar pata” hasta la cuesta en territorio costarricense donde nos han recibido muy bien. A pesar de mi pie enfermo jugué futbol”.
Progreso era una pequeña ciudad donde terminaba el tren, quedaba en la Provincia de Chiriqui, en el límite con Costa Rica. La presencia de Guevara y “Gualo” en Panamá había dejado sus marcas afectivas entre los jóvenes revolucionarios, nos cuenta Tómlinson: “Demás estar decir que la ausencia de los argentinos, especialmente de Guevara, causo un gran vacío en el grupo. Las platicas sobre literatura, poesía y política continuaron; pero hacían falta sus comentarios sobre novelas El Señor Presidente, Huasipungo, Doña Barbará, sus declamaciones de los poemas de Cesar Vallejo, León Felipe y Pablo Neruda y sus acidas críticas a partidos políticos como el APRA del Perú y Acción Democrática de Venezuela”
Al llegar a Costa Rica Ernesto le escribe una carta a Adolfo Benedetti fechada el 10 de diciembre de 1953 destinada para todo el grupo, aunque la misma fue enviada desde Nicaragua. En la misma les cuenta que había llegado a aquel país que denomina “de” Pequeño oasis democrático entre turbulentos vecinos” Les anunciaba que seguían viaje haciendo escala en Nicaragua, Hondura y el Salvador. Un tiempo después Guevara le vuelve escribir a Benedetti desde Guatemala. En las primeras líneas le comentaba de su estancia en Nicaragua, Honduras y el Salvador y lo deprimido que lo había dejado la miseria y la explotación a la cual estaban sometidos los pueblos de Centroamérica. Calificaba a Nicaragua como una enorme Cárcel regenteada por un nefasto y único carcelero: Anastasio Somoza García.. Sobre Guatemala señalaba en la carta: “El destino me ha traído hasta esta tierra en la cual se palpa un autentico deseo de cambiarlo todo, de dar al campesinado la tierra que trabaja, al humilde el techo comida y trabajo digno, permanente. Guatemala es otra bajo el gobierno de Arbenz. El país vislumbra un porvenir prometedor para todos los guatemaltecos. Me he incorporado con satisfacción y orgullo a los cuerpos de reconstrucción del país. Por fortuna me reconocen como uno de los suyos y estoy plenamente identificados con ellos”.
El Ché y Raúl Roa
Después de algunos años de la muerte del Che en Bolivia, Guevara vuelve a ser un motivo de vínculo entre Panamá y Cuba. Rómulo Escobar, fue enviado por el General Torrijos a Cuba para intermediar con este país, por un incidente producido. Escobar nos cuenta su entrevista con Fidel Castro, que ayudo a resolver el malestar diplomático.
“Le conté algunas anécdotas del Che en Panamá y los rasgos de su personalidad, y Castro escuchaba con suma atención. Le expliqué que Ernesto Guevara estuvo en Panamá en compañía de otro estudiante argentino que seguía la carrera de derecho, como parte de un recorrido que iniciaron en Argentina, y que habían estado en otros países del sur […] También le recordé al Comandante Castro que a Guevara le habían atraído mucho el término “chombo” que se utiliza en Panamá para designar a los descendientes de negros de las Antillas de habla inglesa o francesa. En algunas cartas que Guevara escribió a panameños se despidió firmando “Chombo Guevara”
Así concluye el breve pero intenso paso de Ernesto Guevara y su amigo Gualo por Panamá. Luego recorrerá algunos países centroamericanos para llegar a Guatemala, donde Ernesto comenzara su transformación política que lo llevara a ser el Che.
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http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=osses-esther-maria