El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por Ramiro Guerra M.
Abogado y cientista político
Noviembre de 2022.
1970, bajo un sol a toda temperatura, los estudiantes de la Escuela Secundaria de Puerto Armuelles (ESPA) reunidos al frente del edificio de madera central del colegio, estábamos pendiente de la llegada del general Omar Torrijos.
Lo habíamos invitado, después de intentos frustrados al concejo municipal para que atendiera problemas que enfrentaba el caserón viejo donde se encontraba el colegio.
Recuerdo que, a medio día, más o menos, llegó Omar. Mucho entusiasmo entre nosotros. Omar Torrijos dió inicio a la reunión tipo asamblea general. A ver muchachos qué sucede y nuestros dirigentes, entre ellos el hoy abogado Juan Paulino Rodríguez y si la memoria no me falla, Nariño Guerra, le expusieron las quejas a Omar.
Él escuchaba atentamente. De vez en cuando agarraba su cantimplora y tomaba un trago de agua. Entre la comitiva, creo que lo acompañaba Botita García y Damián Castillo Durán.
Cuando Juan terminó de exponer, Torrijos se volteó hacia donde estaba Cleilo Saldaña, concejal y le imprecó, Clelio qué pasa y este quedó enmudecido. Siguió hablando del proceso que él dirigía. El final fue de un cierre que arrancó los aplausos de los estudiantes.
Nos dijo, vamos a resolver sus quejas y les pido que escojan a dos estudiantes para que como concejales se hagan parte del concejo. Así fue, Juan Paulino y Nariño Guerra, integraron el organismo municipal.
La reunión no terminó allí; semanas después atendió una delegación de graduandos en su oficina en el cuartel central.
Cuando llegamos a Panamá, mi primera vez, me llamó la atención que, siendo ese cuartel el corazón del poder, vi saliendo a dirigentes populares, campesinos. Se sentían como en su casa. Ese era Omar Torrijos Herrera.
Artículo dedicado a mi generación de secundaria de los inicios de los setenta del siglo pasado.
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