El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por: Dr. José R. Acevedo C.
La epidermis es aquella sección o capa de la piel que cubre el cuerpo humano y es visible en diferentes pigmentaciones. Su grosor es aproximadamente de 0.1 mm, es decir, sumamente fina.A pesar del poco grosor de la epidermis, esta capa de la piel es resistente a actos externos y se vuelve más resistente dependiendo del clima, a la exposición constante del Sol, a su pigmentación, actividad laboral y otras condiciones que inciden directamente sobre ella.
En el mundo de la política encontramos en la actualidad, una multiplicidad de personas que al llegar al poder o ocupar un puesto público directivo, aun cuando llegaron con una piel de cocodrilo, ahora milagrosamente su epidermis es de seda. Les afecta todo argumento que no sea compatible con sus programas o acciones. Son anafilácticos a las palabras que no desean escuchar y en especial a la crítica, aun cuando ambas sean constructivas. Lo más enigmático es que algunos tienen una pigmentación oscura, curtida en la clase popular y así de pronto, esa piel mutó a la más fina que pueda tener una persona.
Todo político y en especial, el servidor público está expuesto a la crítica y debe tenerle tolerancia. Decía Omar Torrijos Herrera, «Díganme lo malo, que lo bueno ya lo sé». Sin duda, sus hijos políticos en cualquier estamento del Estado, escogieron olvidar esa frase, porque al ocupar un alto cargo público siguiendo la teoría Darwiniana, mutaron de piel de cocodrilo o de rinoceronte, a la piel que cubre los párpados, que es la más delgada.
La falta de tolerancia a la crítica, define la verdadera personalidad de esos seres. Es como el gen recesivo que se oculta y aparece en determinado tiempo, pero siempre ha estado presente.
Quien no acepta crítica externa o es incapaz de tener una autocrítica, sin duda abraza la soberbia y declina la humildad, esto en el supuesto que la haya tenido alguna vez.
Estas personas en el fondo guardan un gran resentimiento que les ha atormentado durante su vida, y usan el poder como medio de escape de ese sufrimiento que les consume.
Sus acciones podrían pasar desapercibidas siempre que no usen el poder como medio de censura. Cuando recurren a ella, su soberbia aparece, despierta de su letargo y le fotografía de cuerpo y alma. Ese es el verdadero ser que antes permanecía recesivo. La verdad me da pena conocer personas así. En el momento en que disfrutan de las mieles del poder, han olvidado que este solo es pasajero, pero lamentablemente para ellos, se han definido en beneficio de quienes les conocieron humilde, porque ahora estos tienen todo el derecho a darles la espalda.
Creo que el mayor bien que se les puede hacer es; ignorarlos cuando quieran acercarse no siendo poderosos, e insistir en la crítica hasta que revientan de ira, mientras ejercen el poder.
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