El poeta y Premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda, nació en 1904, unos ocho meses desde la Separación de Panamá de Colombia y la firma, quince días después, del Tratado que ningún panameño firmó. En el marco de la lucha del pueblo por la recuperación de nuestra soberanía, el eximio poeta le dedicó a Panamá este poema, después de los hechos de enero de 1964. Su respaldo y solidaridad a la causa panameña no lo podemos olvidar en este 50 aniversario de su asesinato.
El agua pasa en ti como un cuchillo
y separa el amor en dos mitades
con un frío de dólares metidos
hasta la empuñadura en tus panales;
yo te digo las penas que yo siento
si otros no ven estas calamidades
piensa que estoy perdido o que bebí
demasiadas botellas en tus bares,
pero estas construcciones, estos lagos,
estas aguas azules de dos mares
no deben ser la espada que divide
a los felices de los miserables,
debiera ser la puerta de esta espuma
la gran unión de dos mundos nupciales:
un pequeño camino construido
para hombres y no para caimanes,
para el amor y no para el dinero,
no para el odio, sino para los panes,
y hay que decir que a ti te pertenece
este canal y todos los canales
que se construyan en tu territorio:
éstos son tus sagrados manantiales.
El manantial del mar que te rodea
es tuyo, es una vena de tu sangre
y los vampiros que te la devoran
deben hacer valijas y marcharse
y sólo tu bandera de navío
debe mover al viento de la tarde:
el viento panameño que pregunta
como un chiquillo que perdió a su madre
dónde está la bandera de su patria.
Está esperando, y Panamá lo sabe.
Y lo sabemos los americanos
desde la Patagonia al Río Grande:
una sola bandera en el canal
debe mover su pétalo fragante:
no puede ser bandera de piratas,
sino una rosa más de nuestra sangre
y el puro pabellón de Panamá
presidirá el camino de las naves.
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