Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Debo agradecer a Dios, primeramente, a la Asociación de Comunidades del Área del Canal (ACAC), y a todas las organizaciones sociales y populares de Panamá que, me distinguieron junto a cinco ilustres y notables compatriotas, con la postulación para ocupar los tres cargos que quedaron vacantes en la Junta Directiva del Canal de Panamá.
Desde que Panamá asumió de manera exclusiva la Administración del Canal de Panamá el 31 de diciembre de 1999, los que han estado representados desde entonces en esa instancia de dirección, solo han respondido a los sectores empresariales que, ni siquiera contribuyeron a la lucha por la liberación nacional, la soberanía y el rescate del Canal de Panamá, porque argumentaban cuando estábamos en plena lucha por la recuperación de esos valiosos bienes que, de Soberanía y Dignidad nacional no se comía.
De manera que, enquistados allí, escamoteando al pueblo su patrimonio, han impuesto una visión sesgada que, desoye el clamor popular a los efectos de que los ingresos provenientes del Canal sean usados en el desarrollo económico y social de los panameños, es decir en proyectos, planes y programas de inversión social que, enfrenten la impresentable desigualdad social que nos llena de vergüenza en un país lleno de riqueza, que se queda en pocas manos, mientras más de millón y medio de panameños son estrangulados por la pobreza.
Desde 1983, cuando compartimos con solo cuatro panameños contra cinco norteamericanos La Junta Directiva en la administración de la Comisión del Canal en el desarrollo del programa de una transferencia imperceptible a la república de Panamá, solamente una vez, en tantos lustros, se designó a un dirigente sindical, al patriota Luis Anderson. Mientras tanto, esa junta directiva, no puede seguir siendo una especie de rampa de intereses políticos y económicos, para favorecer negocios personales o de grupos económicos.
El Canal de Panamá y sus ingresos, no pueden seguir siendo utilizados como vehículo para que la clase adinerada del país, evada su responsabilidad fiscal y la carga tributaria recaiga sobre los sectores medios, profesionales y los trabajadores del país.
Celebramos la designación de Luis Navas Pájaro a quien le sobran los méritos para ser un guardián del pueblo en esa instancia, por lo cual expresamos nuestra confianza plena en ese nombramiento, pero no podemos manifestar la misma confianza en las otras designaciones, que más responden a la satisfacción de intereses mezquinos, antes que al interés nacional y se desaprovechó la ocasión para buscar el equilibrio de la presencia popular, que es el sector que, habiendo sido el que puso la mayor cuota de sacrificio y de lucha, es precisamente, quien ahora sólo tiene a un representante entre diez. Se despreció a dos distinguidas mujeres compatriotas, con méritos profesionales y de lucha nacional de sobra, por dos alcanforadas, cuya realización y meritocracia se desconoce.
Las organizaciones populares y sociales de Panamá tienen un compromiso de desarrollar todos los espacios de unidad de lucha posibles, porque quienes han promovido el despojo de nuestra principal empresa de los panameños, El Canal y todos sus negocios conexos, siempre han invertido en la división del movimiento popular, para lograr en nuestra debilidad, hacerse entre ellos, un reparto cruel de los despojos de nuestras esperanzas de, algún día, construir una sociedad más justa, en donde pueda florecer la paz como su fruto principal.
Debemos enfrentar desde los movimientos sociales y el movimiento popular, la lucha por el adecentamiento nacional, contra la corrupción que, como cáncer ha entrado a la médula de nuestra atolondrada sociedad y nos mantiene en estado metastásico.
La lucha sigue hasta que recuperemos, no solo el Canal como un bien del pueblo panameño, sino que, debemos también caminar en la trocha para construir la justicia social que, esos recursos bien podrían permitir si se usan sensatamente y con una dosis mínimo de amor a este sufrido pueblo.
Reitero las gracias a todas organizaciones del movimiento popular y social de Panamá, y a todos los panameños que me saludan por diferentes medios, sabiendo que la lucha que empezamos en los inicios de la década de 70, aún no termina, porque ayer conquistamos la soberanía como un legado de los héroes y mártires de la patria y hoy tenemos que batirnos con los amos chocolates, esos de los que nos advirtió Omar Torrijos, que se han propuesto despojar al pueblo de su histórica victoria.
Nuestro pueblo no puede depender ni confiar en la generosidad de los que, nos quieren dar las migajas, sino de nuestra propia fuerza convertida en Fe y de la Bendición de nuestro Señor, esa que enriquece y no añade tristeza.
¡Así de sencilla es la cosa!
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