Por: José Dídimo Escobar Samaniego
El candidato de la derecha, Federico Gutiérrez, se sitúa en el segundo lugar entre 8 fórmulas presidenciales.
38,8 millones de colombianos están convocados a elegir presidente y vicepresidente. Para ganar ese día se necesita obtener el 50 % más uno de los votos. De lo contrario, los dos primeros lugares se enfrentarán en una segunda vuelta prevista para el 19 de junio. Quien salga victorioso asumirá el 7 de agosto y se convertirá en el sucesor de Iván Duque.
Petro, un economista de 62 años que fue alcalde de Bogotá, senador y candidato presidencial en 2010 y 2018, se erigió como favorito en todos los sondeos desde que comenzaron las precampañas y se postuló por la coalición Pacto Histórico. Los sondeos lo ubican con preferencias alrededor del 46,2 %.
El eventual triunfo de Petro en Colombia, generaría un real e histórico terremoto político en Colombia porque, significaría el fin del reinado de la oligarquía colombiana, durante más de dos siglos y el surgimiento de un gobierno popular por la vía democrática.
La oligarquía colombiana está muy desprestigiada, vinculada a toda clase de corrupción, a la violencia sempiterna desde el Estado y al narcotráfico y lavado de dinero. Su derrota en las elecciones provocaría; el próximo 29 de mayo, un cambio profundo en la geopolítica regional, precisamente cuando el gobierno de Duque acaba de incorporar de manera inexplicable a Colombia militarmente con la OTAN, en momentos en que, ésta organización, por sus pretensiones hegemónicas, ha provocado la actual guerra en Ucrania y precisamente cuando está por la región, en una gira, Josep Borrell, quien representa a la Unión Europea que, junto con Estados Unidos son los principales consumidores de drogas y aliados del gobierno colombiano que, ampara la producción en su territorio, del 75 % de toda la droga que se consume en el mundo, que causa serios perjuicios a la juventud del mundo pero, cuyo negocio majestuoso y truculento representa más de 500 mil millones de dólares, dinero que se blanquea en su gran mayoría en Europa y Estados Unidos.
Por causa de ese floreciente negocio, Panamá sufre desde el 20 de diciembre de 1989, fecha en que EE.UU de manera cruel descargó la criminal invasión a Panamá, sin que nuestro país representara ninguna amenaza para nadie y donde se experimentaron armas modernas que luego fueron empleadas en Irak y otros países, misma por la que, ningún país sancionó a los Estados Unidos, ahora el narcotráfico es responsable de la violencia en Panamá y nos han convertido en un escenario donde es desangrada parte importante de nuestra juventud.
Hay una Colombia distinta, decente que, se levanta ahora para reconstruir a su país y Petro parece ser la figura moral que conduce esta tremenda pretensión de vencer a la concupiscencia.
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