El poder, el estado, viene dando cuenta de agudas contradicciones que, como un volcán en un estado de quietud, augura fuertes sacudimientos en el ser social panameño y sobre todo en todas las instancias superestructurales.
En nuestra juventud, cuando se daban pugnas entre nosotros los jóvenes, se solía decir, eso no se queda así, se hincha.
Durante la campaña y después el discurso del vencedor, este fue duro contra la justicia panameña y sus magistrados. El presidente está convencido que fue víctima de un sistema de justicia, que lo mantuvo por seis meses a la cárcel y peor, casi malogra su candidatura presidencial. Una sentencia del pleno, que en su parte motiva, dejó la impresión, de que la candidatura era inconstitucional, pero como arte de magia, en su parte resolutiva, declaró viable la candidatura del hoy presidente.
Por otro lado, la asamblea nacional, parece estar mediatizada por el partido Realizando Meta que, desde ese poder, da indicio, de propiciar una especie de co-gobernanza. El diputado Camacho, no es un artillero solitario. Le debe lealtad a su tutor político, amigo como él lo llama, es decir, el expresidente Ricardo Martinelli Berrocal. Lo que haga o deje de hacer RM, en la Asamblea, está referido más a una agenda del expresidente que del presidente Mulino. La reacción del presidente con relación a la iniciativa de ley, relativa a la Amnistía, seguramente abrirá rendijas o posibles quiebre entre estos factores de poder.