Por: ROGELIO ANTONIO MATA GRAU
La última vez que se cometiera un magnicidio en la República Haití, fue contra el Presidente Vilbrun Guillaume San, en febrero de 1915, siendo el sexto mandatario en ocupar el Palacio Presidencial de Puerto Príncipe, a partir de este crimen, como consecuencia de este suceso, Estados Unidos ocupó todo su territorio nacional por 19 años. Ha transcurrido un siglo y muchas otras intervenciones extranjeras, por lo que algunos estudiosos y expertos del área sostienen que es hora de nuevas ideas.
Haití una nación con 11 millones de habitantes, no encuentra paz, atrapada en medio de una gran corrupción, injusticias, la inopia más espantosa y las calamidades que le han dejado múltiples catástrofes naturales. Todas estas condiciones infrahumanas han conducido al país a múltiples insurrecciones populares, como el hecho de sangre el cual somete a Haití en una nueva crisis y una gran ola de inseguridad.
Antes de entrar a tocar al aludido título de esta recensión, quiero abordar brevemente algunos antecedentes históricos acerca de este pueblo hermano; el 21 de agosto de 1791 se produce la independencia de Haití a tan solo quince años de la independencia de las colonias norteamericanas (4 de julio 1776) y entre 1791 a 1804 por una revuelta de esclavos liderada por el general Toussaint Louverture, fue sellada definitivamente la independencia de 1791 declarando al país en una República, Libre, Soberana y autodeterminado.
Durante cien años sufrió la nueva República el hostigamiento del imperio francés, obligándolos a pagar una humillante indemnización a los franceses.
Petion apoyó el Proyecto Bolivariano con dinero, armas, una imprenta portátil y soldados, y solo pidió una cosa: Abolir la esclavitud, en esos momentos estaba Bolívar, política, intelectualmente y mentalmente preparado para asumir este controversial acuerdo abolicionista. El acuerdo Petion-Bolívar fue determinante para la liberación e independencia de América Latina.
“La violencia en Haití ha sido la madre de todos los días, la misma no se detuvo, y de 1957 a 1986, padre e hijo Duvalier -François, el padre, apodado ‘Papa Doc’ y su hijo Jean-Claude, ‘Baby Doc’- sembraron el terror y desangraron el erario público. Se estima que sus grupos paramilitares, entre ellos los tristemente célebres ‘Tonton Macoute’ secuestraron, torturaron, mataron y desaparecieron a 60 mil personas de la oposición”. (Haití: una breve historia del país olvidado por las Américas, Andrés Suárez Jaramillo ).
La pregunta es: ¿habrá alguna esperanza para Haití? Hay sectores sensatos que sostienen que una intervención militar en el País sería un error, nuestros hermanos requieren hoy más que nunca de la solidaridad internacional, Haití es rico en bauxita, cobre, carbonato de calcio, piedra caliza, oro, marga y la energía hidroeléctrica. Las potencias están pendientes, para propinarle una dentellada a esas riquezas.
La riqueza tiene que ser administrada a favor de los mismos intereses del pueblo haitiano, de lo contrario y estoy seguro que este pueblo hermano hará uso de su derecho de resistencia a la opresión.
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