Hasta cuando tanto suplicio.|

Por: José Dídimo Escobar Samaniego

Planta Potabilizadora de Chilibre, inaugurada en 1972 por Omar Torrijos, pero la empresa distribuidora de energía ENSA, cotidianamente la deja sin energía causando serios perjuicios.

Desde las 10 y 15 minutos, de esta mañana, la planta potabilizadora de Chilibre sufrió insuficiencia en el suministro eléctrico por parte de ENSA, lo cual ha generado de forma inmediata deficiencia en el servicio de agua potable a la ciudad de Panamá, especialmente a los lugares altos.

Frecuentemente esta empresa de distribución eléctrica generará a la planta potabilizadora de Chilibre cuantiosas pérdidas por daños de bombas y el consiguiente perjuicio a los contribuyentes y clientes del IDAAN, y hasta el día de hoy, no hay quien le ponga el cascabel al gato.

Los ciudadanos de la capital, casi a diario tienen que vivir con la inseguridad de la continuidad del vital líquido gracias a el caro e ineficiente servicio de energía eléctrica a pesar de que IDAAN es el cliente número uno de esta empresa distribuidora de energía. (El IDAAN consumía hasta hace poco, 25 millones de balboas anuales en energía, pagados a más de 20 centésimos el kilovatio/hora, cuando el precio de generación del 70 % de la energía nacional es hidroeléctrica a un costo de 2.3 centésimos de balboas el kilowatts/hora.

Hace tiempo, el IDAAN pudo resolver el problema de raíz, comprando la energía a la ACP, que tiene una hidroeléctrica a menos de un kilómetro de distancia de las bombas y la planta de Chilibre, a un precio del costo de la generación, pero intereses oscuros tienen secuestrada la tranquilidad de los panameños y nos condenan, no sólo, a pérdidas económicas cuantiosas para el Estado y nosotros los usuarios, sino la incomodidad de la inconstancia y deficiencia del servicio de agua potable.

Otra salida es la compra de una planta generadora propia del IDAAN para garantizar la disponibilidad permanente y estabilidad de potencia y energía, pero todo esto se estrella con la falta de carácter para sacarnos de encima el chantaje a que nos someten groseramente, con pareciera, la colaboración diligente de las autoridades, porque no se entiende de otra manera.

Falta solo sentido racional y un poco de voluntad política, para ponerle fin a este dramático suplicio que cada día padecemos los panameños y que nos afecta en nuestra propia dignidad.

¡Así de sencilla es la cosa!

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