El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por: Enrique Avilés
En el caso del historiador, su poca participación en las políticas de gestión cultural en lo que respecta a museos y archivos, es una constante que viene de décadas y que ha pasado desapercibida tanto por los historiadores como por la ciudadanía en general, a tal punto que la discusión de la Ley ha podido levantar voces insensatas vociferando que el Historiador no tiene nada que hacer en estas instituciones cardinales para el desarrollo cultural de la nación. Esto quizás se deba a que por mucho tiempo a nuestros historiadores se les ha vendido la idea de que su carrera está destinada a la docencia o a la “tradicional” investigación científica, sin mencionar que entre docentes e investigadores los últimos se han empotrado en pedestales categóricos desde donde se sienten más historiadores que los primeros, nada más lejos de la verdad. Mientras esto ocurra la ciudadanía continuará viendo al Historiador lejos de los campos de gestión cultural de carácter institucional, o sea, nulos e invisibles en los museos y archivos, entre otros campos. Eso sí, a la hora de buscar culpables sobre la situación tanto de museos como de archivos, el historiador queda en primera tela de juicio, cuando su participación en los mismos es casi nula, pues ha estado limitado a ser un simple visitante y no un gestor.
Por otra parte, el Estado panameño y sus administraciones muestran reveses que superan ya más de cinco décadas respecto al desarrollo de una Historia Publica, enfocada a llevar nuestra identidad a niveles de difusión que superen las aulas de clases y las “tradicionales” investigaciones científicas. No referimos a esa Historia que yendo a mayores audiencias ciudadanas se proyecta desde museos, archivos, bibliotecas, municipios y plataformas de red con patrocinio privado y estatal. Este tipo de Historia, que requiere de crear espacios de desarrollo profesional para el historiador desde el engranaje estatal, está dando pasos visionarios en países como Colombia, Chile, Argentina y Brasil. Sin mencionar que en la misma dirección ya están consolidados países como Estados Unidos y buena parte de Europa, incluyendo España que desde hace una década ha incursionado en esta visión, sobre todo en recreación histórica patrimonial. En estos países las especializaciones universitarias para que los historiadores accedan a esa historia ya están en marcha, mientras que aquí la inquietud de muchos historiadores los hace mirar positivamente hacia ese horizonte.
La ley 638, es el llamado inicial para enrumbar la dirección cultural en lo referente a nuestra historia, pues la misma lograría insertarnos en un mundo cultural del que hemos estado ajenos por mucho tiempo, dando mayor participación a la ciudadanía a disfrutar de su pasado común e identidad, mientras se fortalecen las visiones democráticas de una historia participativa y no excluyente, no elitista, con distinciones de que unos temas históricos de exposición son más importantes que otros. Una visión de Historia para todos y todas, sin retrasos y sin miopía, pública y democrática. Una visión de Historia de Todos. En las manos del excelentísimo Sr. Presidente de la República Laurentino Cortizo Cohen, está realizar el llamado inicial de esa visión con la sanción positiva de la Ley 638.
El autor es Historiador Profesional.
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