Por. Jaime Flores Cedeño
Abogado- Historiador
En distintos países de América Latina se realizarán en esta semana actividades que rinden homenaje al Comandante Ernesto “Che” Guevara a 57 años de su cobarde asesinato ocurrido el 9 de octubre del año 1967.
En Panamá, el evento es organizado por el Sindicato de Trabajadores de la Educación Nacional (SITEN), que forma parte de la CNTP y CONADESOPAZ, acto que tendrá lugar el 8 de octubre a las 5:00 p.m. en la Galería Manuel E. Amador de la Universidad de Panamá.
La primera vez que tuvimos información sobre el “Che”, fue cuando cursábamos el primer año en el Instituto Nacional, recuerdo, que dirigentes estudiantiles del FER 29, llegaban a los salones distribuyendo horarios con aquella icónica imagen del fotógrafo cubano Alberto Korda tomada en 1960 y que sería una de las fotos más universales del siglo XX.
Desde aquel momento nos cautivó su trayectoria y todo lo que representaba en la lucha revolucionaria, principalmente, para Cuba, Nación, que en los años cincuenta vivió la cruenta dictadura de Fulgencio Batista. El “Che” estaría al frente de la expedición liderada por el Comandante Fidel Castro, Raúl Castro, Camilo Cienfuegos, Juan Almeida y otros patriotas, que después de varios años de guerra frontal lograron derrocar al sátrapa el 1 de enero de 1959.
La personalidad del “Che” ha sido descrita por cientos de autores, destacamos a Oscar Pino Santos, que en su libro “Los tiempos de Fidel, el Che y Mao, tal como los conocí”, decía que: “Estaba por completo desprovisto de ambiciones, vanidades o intereses materiales, incluso, los más elementales relacionados con sus condiciones de vida. Se comportaba indiferente a todo lo que no fuera el trabajo por la causa revolucionaria y en función de esta había puesto su talento, cultura y esfuerzos de superación teórica”.
En su peregrinar adquirió el compromiso de liberar a los pobres y explotados de las cadenas de la opresión. Uno de sus principales objetivos de lucha fue el anticolonialismo que lo llevó hasta África para estar al lado de los pueblos que buscaban su emancipación del coloniaje europeo, cuyas prácticas de esclavitud hicieron una terrible marca en sus pobladores, igual lo hizo en Bolivia, que fue donde encontró su muerte.
El “Che” viajó por América Latina desde muy temprano, en su recorrido pudo palpar la forma como los pueblos del continente eran saqueados por las oligarquías locales y empresas transnacionales, como las bananeras que implantaban un modelo monoproductor, acorde con sus necesidades, más no, con las urgencias nacionales que clamaban por un trabajo digno, salarios justos y relaciones de producción donde se respetarán los derechos humanos.
Fue testigo del Golpe de Estado que las élites y la CIA, le propinaron al presidente constitucional de Guatemala Jacobo Arbenz en junio de 1954, quien se proponía realizar un programa de reforma agraria, que beneficiaría a la población, la cual había sido históricamente excluida y marginada.
Una vez en el poder los revolucionarios del 26 de julio, asumió distintas funciones administrativas en Cuba, sobresale la de presidente del Banco Central, su prístino desenvolvimiento fue trascendental para sentar las bases del rumbo socialista que tomaría la Revolución.
Su proceder teórico y práctico, resultó en una de sus mayores cualidades, por ello, se ganó el aprecio de los cubanos y de los revolucionarios del continente que se enfrentaban a dictaduras sangrientas, ejemplo la de Somoza, Trujillo y Stroessner, en Nicaragua, República Dominicana y Paraguay.
Uno de los pasajes poco conocidos del “Che” fue su paso por Panamá a entre octubre y noviembre de 1953. El internacionalista Lois Pérez Leira, dirigente de la Internacional Antiimperialista de los Pueblos, en un escrito titulado: “Ernesto Guevara en Panamá”, precisa, que en aquel entonces: “Uno de los bares preferidos de Ernesto y Gualo era el emblemático café Coca Cola, en el barrio histórico de San Felipe, donde paraban los intelectuales, políticos y la bohemia panameña. Allí se podía comer o tan solo tomar un café o una cerveza. Años después pasarían por aquel histórico bar Pablo Neruda y Juan Domingo Perón, entre otros. Los clientes generalmente degustaban los platos populares, como arroz con menestras, carne guisada, lengua, pollo, ensaladas de papa o legumbres, acompañado de una bebida natural y, por supuesto, el café que no podía faltar.
“Contagiaba con su conversación, en todo momento, amena, pues la matizaba con anécdotas de la experiencia adquirida en su periplo vital en Argentina (…) Cuando nos encontrábamos en el café Coca Cola la conversación siempre derivaba hacia los temas políticos. La mayoría del grupo estudiantil pertenecía al Círculo de Estudios Marxista que dirigía Moisés Chong Marín, por lo tanto, nuestros análisis de la situación nacional e internacional se hacían en forma dialéctica, considerando todos los factores externos e internacionales que pudiera intervenir en ella”.
Su imagen revolucionaria se multiplicó desde su muerte en todos los continentes, logrando convertirse en un símbolo de rebeldía contra el sistema capitalista y las injusticias sociales. Casi todas las revoluciones populares en el mundo han portado en lo alto grandes pancartas y afiches con su rostro, que representa al hombre que murió defendiendo sus principios e ideales.
El Comandante Fidel Castro Ruz, en una entrevista que le hiciera al periodista Ignacio Ramonet y publicada en el libro “Cien Horas con Fidel”, expresaba que: “Hay personas que, para uno, no murieron; poseen una presencia tan fuerte, tan poderosa, tan intensa, que no se consigue concebir su muerte, su desaparición. Principalmente por su continua presencia en los sentimientos y en los recuerdos. Nosotros, no solo yo, sino el pueblo cubano, sufrimos de manera extraordinaria con la noticia de su muerte, aunque no fue inesperada”.
“El Che es un ejemplo, una fuerza moral indestructible. Su causa, sus ideas, en esta hora de lucha contra la globalización neoliberal, están triunfando”.
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