Un día como hoy, hace 2024 años atrás, Un justo, el único justo en la tierra, fue crucificado por nuestra culpa. “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”.
Nadie salió del sepulcro. ¡Pero Él sí! Y nos abrió la puerta de la Eternidad. Para que vivamos para siempre con El. Sin enfermedades, sin confinamientos, sin tristezas, angustias, crisis, sin enfrentamientos, sin ansiedad, miseria e injusticias.
Hoy celebramos, no al Cristo Crucificado, sino la Resurrección de Cristo. ¡Resucitó!, ¡verdaderamente resucitó!
Su Santo Espíritu, está con nosotros, y vino, por Jesucristo, para consolarnos y guiarnos a toda verdad.
No es una historia de hace más de 2,000 años. No es sólo un hecho histórico. Es una realidad de hoy, que da sentido al hoy, a mi vida, a lo que hacemos. ¡Cristo está vivo!
La Resurrección de Cristo es lo único que nos da verdadera Esperanza.
Porque hoy día, honestamente, vemos a los grandes poderes mundiales, imponiendo una sociedad avara y perversa, que adora al dinero, estamos adentrados en una corrupción en todos los niveles, en donde el ser humano no cuenta y tampoco la naturaleza. La mentira se ha convertido en moneda de curso corriente y así como el obrero de aquel entonces, Simón de Cirene, ayudó a Cristo a cargar la Cruz en el último trayecto hacia el Gólgota, ahora en el mundo y en Panamá, son los más pobres los que están ayudando a Cristo a Cargar la Cruz de nuestras injusticias.
El venció al mundo y nos regaló la Eternidad. Venció a la muerte y nos compartió esa infinitud que todos anhelamos.
En Paz. En esa Paz que sólo Él puede dar. No es la Paz del cementerio, sino de la plenitud.
Por eso las crisis, avatares y derrotas que vivimos hoy, son nada. Porque nos espera El, la Vida, la Esperanza, la Verdad.
¡Y nos acompaña ahora, en esta peregrinación que, es la vida!
Y esa Esperanza no nos la puede arrebatar NADIE. Ni siquiera los gobiernos actuales y los que pretender mandar en el país que, pretenden imponernos esquemas que reproducen injusticia y corrupción.
Que ese Dios maravilloso, Jesucristo de Nazareth, Ese que murió en la Cruz, por nuestras transgresiones, un día como hoy, el dador de buenas dádivas, nos permita a los panameños, reivindicar la dignidad humana y que deje al descubierto a todos los hipócritas que, sin amor al prójimo pretenden apoderarse del poder político para apuntalar a los más poderosos, esos mismos que, han logrado que la corrupción sea casi una virtud, en vez de un grave vicio que nos causa la muerte, como todo pecado.