Por: Pedro Luis Prados S .
Hay personajes que impregnan nuestras vidas y contribuyen de diversas formas a moldear lo que somos. Padres, parientes, amigos, maestros van dejando en esa masa en formación algo de su propia alquimia que asimilamos de forma imperceptible y hacemos nuestra sin percatarnos. Era a mitad de los años cincuenta, cuando la ciudad se recorría en una sola caminata y un bus nos hacía un recorrido vespertino a todos los confines por cinco centavos, mis primeros años de adolescencia en el Instituto Nacional y sus asomos a la juventud como estudiante de Arquitectura de la Universidad de Panamá. Era Julio Rovi, en ese entonces, el Jefe de la Tropa N° 6, Urracá, que tenía su asiento en Exposición y a la que acudían con entusiasmo muchachos de los alrededores atraídos por el carácter jovial del jefe y las experiencias que allí se adquirían.«La grandeza del hombre está en imponerse tareas.»
Alejo Carpenter
Julio Rovi: Patriota y extraordinario ciudadano
Años de camaradería, fogatas, excursiones, campamentos, amistad y disciplina en que se forjó el carácter y el sentido de responsabilidad que caracterizó la vida profesional y ciudadana de esos compañeros que el tiempo se encargó de dispersar. En el caso especial de Julio Rovi siempre nos unió una especial afinidad, no solo por la amistad acumulada, sino por las actividades en el campus universitario y el especial interés por el arte, siendo él Profesor de Diseño y yo Profesor de Estética, los que nos permitía interactuar con otros docentes del área.
Durante sus años como docente universitario, en los cuales concedió especial interés a la vivienda de interés social y al uso de materiales y recursos del medio para obtener mejores beneficios en los diseños habitacionales, fue también Director del Colegio de Arquitectos, Presidente, Presidente de la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos y miembro del Colegio de Arquitectos y Urbanismo. Recientemente la Asamblea Legislativa le concedió la Medalla Justo Arosemena a los ciudadanos distinguidos.
Pero las actitudes que más marcaron a quienes estuvimos en esas jornadas subiendo el Cerro del Peñón, en Juan Díaz, en que el sudor y el esfuerzo solo estaban garantizados por el buen nudo del compañero; a quienes cruzamos a tiro de cuerda el Charco de Burunga o recorrimos atados por soga e iluminados por un flash light las cuevas del Chilibre, fue la voz de aliento y el reto permanente de lo que teníamos por delante. Actitud que marcó en muchos esa entereza frente a la adversidad. El amigo Julio Rovi celebra hoy sus 87 con una vida en la que el trabajo, la moralidad y el patriotismo han puesto su marca en esas relaciones cuidadosamente bien guardadas con sus amigos y estudiantes. El disfrutar ambos ese octogenario periodo de vida nos hace recordar con dulzura los sudores y resoplidos del ascenso al Cerro del Peñon. Y de la tarea insoslayable del reto planteado, ¡ganar la cumbre!
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